CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La directa acusación de
José Antonio Meade
contra
Nestora Salgado en el debate de Tijuana propagó una opinión que
lesiona derechos de esta persona.
Ella no está sometida a juicio, ni
mucho menos ha sido declarada culpable. La libertad de difusión de
opiniones establecida en el artículo 7º de la Constitución no otorga
cobertura al atrevimiento del candidato priista.
El propósito indirecto de
Meade ha sido señalar a
Andrés
Manuel López Obrador como responsable de la candidatura de Nestora
Salgado, la cual ya fue “penalmente condenada” por el aspirante priista.
Esta atrocidad, aun al calor del debate político, no merece respuesta
porque el problema no está en la libertad de los partidos, sino en que
un adversario pretenda prohibir la postulación de candidatos o
candidatas de otras organizaciones que, en su opinión personal, forman
parte de la delincuencia.
La explicación posterior de
Meade es que él defiende a las víctimas,
pero no ha dicho con base en qué
se ha atrevido a llevarle la contraria
públicamente a dos jueces penales. En realidad, el papel que Meade leyó
en el debate es la transcripción de un párrafo de la declaración de una
denunciante y testigo, la cual fue desestimada en el juicio, pero que
Meade da por verdad.
Como es natural, el punto no puede versar sobre los concluidos
procesos penales contra Nestora Salgado, por más que el fiscal haya
apelado las sentencias, sino acerca de la utilización de una amplia
plataforma de comunicación social para dar por culpable de un delito
grave a una candidata.
La calumnia contra las personas está prohibida en la propaganda que
difundan los partidos y los candidatos, según reza el apartado C del
artículo 42 de la Constitución. Aunque la calumnia se emitió en un
debate, éste no deja de ser propaganda electoral. En consecuencia, y
dado que el encuentro fue organizado y difundido por el Instituto
Nacional Electoral, aun sin queja esta autoridad debió abrir un
expediente para calificar la conducta de Meade y proceder de acuerdo con
la ley. Sin embargo, lo que tenemos es mutismo institucional. Por
fortuna, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha dicho con
energía que sólo los jueces sentencian.
No hay duda que atacar a Nestora Salgado ha tenido el propósito de
comprometer al candidato Andrés Manuel López Obrador, presentarlo como
alguien que arropa delincuentes. Mas la arrogancia de José Antonio Meade
consiste en ubicarse a sí mismo como fiscal y juez. Hasta hace poco se
le había tenido sólo como un tecnoburócrata de carrera, nunca ha sido
elegido para ningún cargo, pero su candidatura le ha transformado.
Tenemos a un Meade que pronuncia sentencia condenatoria sobre un asunto
que, además, con seguridad conoce superficialmente.
No hace falta imputar y condenar a alguien para discrepar de las
propuestas de López Obrador sobre el tema de la delincuencia. En el
primer debate, el mismo Meade acusó al tabaqueño de pasarse al “lado de
los malos”. La discusión es fuerte e incluso los insultos han menudeado.
Mas la calumnia contra una persona ausente, que no puede responder en
un esquema de comunicación donde los emisores no son responsables y, por
tanto, no hay derecho de réplica, es una canallada, en la que su autor,
José Antonio Meade, se ha hundido por sí mismo.
Se cayeron afanosos esfuerzos del priista por presentarse como una persona decente.
https://www.proceso.com.mx/535749/meade-se-hundio-en-su-propia-canallada