#Rebeliondelacloaca
(vs Enrique Krauze)
El potencial de twitter, en cambio, pareciera ilimitado. Cantidad de seguidores y seguidos es libre. Velocidad vertiginosa. Interacción entre desconocidos es de ida y vuelta. Información vertida va desde lo más frívolo y estúpido a lo más trascendente en todos los ámbitos del saber humano. Puede darse la interlocución entre cualquier ciudadano y una figura pública o “estrella” también de cualquier terreno imaginable. 140 caracteres no son un corsé sino inclusive un bello reto; en ocasiones son demasiados. Y no hay vuelta. Afortunadamente, esta herramienta social, esta variante de comunicación –pese a las frecuentes amenazas de censura-, llegó con el nuevo siglo y no sólo permanecerá sino que ofrece horizontes insospechados.
Mas se equivoca Krauze al acusar a la cloaca de izquierdosa. En realidad, en las redes sociales circulan profusamente todas las posturas ideológicas y políticas imaginables. Habría que decir inclusive que dentro de la izquierda existe mayor responsabilidad que entre ciertos individuos provenientes del pensamiento reaccionario y ultraconservador. El historiador ha dicho que le molesta la crudeza con que se describe y expresa una realidad que imaginamos él desearía ver y transcribir con sedas. Bueno, ese es otro problema que podemos atribuir a diferente educación, perspectiva vital o simplemente al encabronamiento de quienes durante esos lustros no tuvieron voz. Ahora bien, ¿de cuándo acá quiere Enrique erigirse en censor del lenguaje?
La censura del idioma no funciona ni a los ortodoxos miembros de la real academia de la lengua. Lo sugirió así Antonio Alatorre en su extraordinaria obra Los 1001 años de la lengua española: El lenguaje vive y se construye en la calle, no en la academia (ahora también en el universo virtual). Mas si Krauze -y otros de su tipo- decidiera participar de twitter (su revista lo hace, su hijo también) y acaso molestara a su espíritu de aparente Burro Benjamín orwelliano (otra rebelión, la de la granja), cierta expresión altisonante de la cloaca, le bastaría con no seguir a sus seguidores, bloquearlos, reportarlos o simplemente ignorarlos. Así de libre es twitter. Tal vez una libertad y un espíritu democrático incomprensible e inaceptable para el cagalar exquisito y fundamentalista de un elitismo temeroso.
Por Héctor
Palacio @NietzscheArist
Una rebelión de la cloaca, eso es el twitter. Al menos para algunos fundamentalistas. La rebelión y quizá la revolución que ha significado el nacimiento y la expansión del twitter es para ellos una cloaca. Porque a los exquisitos, a quienes se han creído hasta ahora propietarios de la razón y los únicos con derecho a ella –Sócrates de Polanco-, les ha irritado la crudeza del lenguaje, la irreverencia y la manera directa como se expresan los tuiteros. Y más que ello, pareciera molestarles el sentido democrático del internet en general.
Anteriormente a la era del blog, sólo un grupo de privilegiados tenía acceso a la palabra
impresa, a la publicación. Internet abrió el mundo, lo interconectó y lo volvió
más democrático. Y no me refiero al papel de
twitter en momentos cruciales como las protestas públicas y la caída de
tiranos árabes, simplemente al hecho de ser una posibilidad abierta a todos. Si
internet se ha mostrado como un ámbito esencialmente democrático, twitter ha sido una revelación, una
rebelión, una explosión, una revolución incontenible. Otras expresiones del internet fueron efímeras o demasiado “fresas”. For instance, facebook is not only too
limited but too nice as well, and too often sooo fucking boring. Nothing happens with it. Facebook es más bien utilizado como aparador de vanidades, su
participante prototipo tiene cierto anquilosamiento en el pensamiento político
y social, está menos informado, tiende mayormente al conservadurismo; se trata
de un medio más familiar y de supuestos amigos que de verdadera interacción
social (¿se confirmará la sospecha de que pudiera tratarse de un centro virtual
de espionaje a cuya información tiene acceso el gobierno de los Estados
Unidos?).Una rebelión de la cloaca, eso es el twitter. Al menos para algunos fundamentalistas. La rebelión y quizá la revolución que ha significado el nacimiento y la expansión del twitter es para ellos una cloaca. Porque a los exquisitos, a quienes se han creído hasta ahora propietarios de la razón y los únicos con derecho a ella –Sócrates de Polanco-, les ha irritado la crudeza del lenguaje, la irreverencia y la manera directa como se expresan los tuiteros. Y más que ello, pareciera molestarles el sentido democrático del internet en general.
El potencial de twitter, en cambio, pareciera ilimitado. Cantidad de seguidores y seguidos es libre. Velocidad vertiginosa. Interacción entre desconocidos es de ida y vuelta. Información vertida va desde lo más frívolo y estúpido a lo más trascendente en todos los ámbitos del saber humano. Puede darse la interlocución entre cualquier ciudadano y una figura pública o “estrella” también de cualquier terreno imaginable. 140 caracteres no son un corsé sino inclusive un bello reto; en ocasiones son demasiados. Y no hay vuelta. Afortunadamente, esta herramienta social, esta variante de comunicación –pese a las frecuentes amenazas de censura-, llegó con el nuevo siglo y no sólo permanecerá sino que ofrece horizontes insospechados.
Una de las peculiaridades más atractivas del espacio es la
posibilidad de interactuar con el mundo y la persona. El todo y el individuo.
Lógicamente, hablamos de espíritus si no cabalmente democráticos, cuando menos
recíprocos o interesados en el devenir de los eventos y el pensamiento que
corre como la luz por los meandros invisibles. Naturalmente, difícilmente
encontraremos o podríamos establecer diálogo con aquellos que consideran al
internet y al twitter, como una
cloaca.
Y si hay que citar nombres, nos referiremos en específico a
un señor calificado como pilar de la intelligentsia
mexicana actual. A Enrique Krauze Kleinbort, quien en entrevista con el
periódico Milenio en julio de 2010,
calificó y acusó de cloaca, es decir, de canal de desperdicios, de caño de
aguas negras, de cagalar, a la refrescante atmósfera virtual: “…en internet… se
dicen cosas increíbles. No hay ya respeto a las obras, a las formas, a las
trayectorias, a las ideas. Es una cloaca.”. He aquí cómo se nos muestra un
aliento tolerante y democrático, con adjetivos asaz burdos. Y como él, otros
periodistas o “estrellas” que sólo se dignan a dialogar con quienes le son
favorables. Y es que twitter también
ha sido un medio para desenmascarar farsantes. Cuando se establecen debates,
inmediatamente se sabe quién es el embaucador, el engañabobos o el mentiroso, y
quién asume con responsabilidad y entereza ética su posición, cualquiera que
ésta sea.
Naturalmente, no nos hacemos la ilusión de un debate entre
Krauze y tuitero alguno, pero ni
falta que hace. Ya sabemos que no anida allí un ánimo abierto, honesto, sino
uno tartufo que no correría riegos. No estamos ante ese polemista espíritu
inglés mostrado tan magníficamente por Ved Mehta en La mosca y el frasco (espíritu al cual según Krauze debe mucho,
pero del cual poco asimiló; hablamos de Bertrand Russel, Arnold Toynbee,
Gilbert Ryle, A. J. Ayer, Iris Murdoch, E. H. Carr, entre otros, incorporados
por Mehta en su apasionante libro). No cabe esperar “peras del olmo”, de alguien
acostumbrado a debatir con el espejo o, mejor, con la cámara de televisión. Y
quizá alguien como Krauze tenga razón en su temor. Pues durante lustros y como
privilegiado disfrutó del acceso a los medios impresos, a los medios masivos.
La opinión del público no importaba y se expresaba cuando mucho en alguna carta
al editor, en panfletos o periódicos lumpen o casi clandestinos. Hoy, los
silentes por fuerza, no lo están más. Internet y twitter abrieron y cambiaron su mundo para siempre. Y asimismo el
humor de individuos como el del ex tenedor de libros de Octavio Paz.
El fenómeno
sociológico, el rasgo psicológico, el perfil ideológico, el planteamiento
teórico, la manifestación cultural ante la cual estamos es nada menos que
equivalente al concepto ortegaygassetiano de la rebelión de las masas, un siglo
más tarde: la rebelión frente a la élite de privilegiados del mundo impreso
previo al internet. Estamos ante una explosiva era revolucionaria semejante a
la de Gutenberg. Y ese es el embarazo de clase que no acepta Krauze, que le
revuelve el estómago, y por ello apunta con el dedo y de la ira muta a la
agresión.Mas se equivoca Krauze al acusar a la cloaca de izquierdosa. En realidad, en las redes sociales circulan profusamente todas las posturas ideológicas y políticas imaginables. Habría que decir inclusive que dentro de la izquierda existe mayor responsabilidad que entre ciertos individuos provenientes del pensamiento reaccionario y ultraconservador. El historiador ha dicho que le molesta la crudeza con que se describe y expresa una realidad que imaginamos él desearía ver y transcribir con sedas. Bueno, ese es otro problema que podemos atribuir a diferente educación, perspectiva vital o simplemente al encabronamiento de quienes durante esos lustros no tuvieron voz. Ahora bien, ¿de cuándo acá quiere Enrique erigirse en censor del lenguaje?
La censura del idioma no funciona ni a los ortodoxos miembros de la real academia de la lengua. Lo sugirió así Antonio Alatorre en su extraordinaria obra Los 1001 años de la lengua española: El lenguaje vive y se construye en la calle, no en la academia (ahora también en el universo virtual). Mas si Krauze -y otros de su tipo- decidiera participar de twitter (su revista lo hace, su hijo también) y acaso molestara a su espíritu de aparente Burro Benjamín orwelliano (otra rebelión, la de la granja), cierta expresión altisonante de la cloaca, le bastaría con no seguir a sus seguidores, bloquearlos, reportarlos o simplemente ignorarlos. Así de libre es twitter. Tal vez una libertad y un espíritu democrático incomprensible e inaceptable para el cagalar exquisito y fundamentalista de un elitismo temeroso.
Bienvenidos los nuevos tiempos. Entonemos ahora a Schiller
en versión de Ludwig. Afortunados aquellos a quienes la corriente de la
historia –agradable y sólido concepto de Alfred Weber en Historia de la cultura- les coloca ante la posibilidad de la
comunicación libre y democrática (a falta de democracia social, económica y
política), ante el inimaginable advenimiento del internet y, muy
particularmente, del twitter y su
revolucionario porvenir.
P.D
Texto publicado originalmente el 16 de mayo de 2011. Se vuelve a publicar
debido a su vigencia, tal como lo muestra la reciente entrada de Enrique Krauze
a twitter, sus expresiones en el mismo,
y sus radicales desencuentros con Alfredo Jalife-Rahme.
Krauze, directivo de banco Santander y Televisa, manipulador de la historia ¿ahora entiendes porque odia a #amlo?
Krauze, directivo de banco Santander y Televisa, manipulador de la historia ¿ahora entiendes porque odia a #amlo? @dontriana
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