fe de erratas

8 mar 2014

Mensaje de la comandante Nestora a las mujeres, en su día internacional

Mensaje de la comandante Nestora a las mujeres, en su día internacional en voz de su hermana Cleotilde Salgado

Me llamo Nestora Salgado García, tengo 42 años, tres hijas y cuatro nietos y una nieta. Estoy injustamente en la cárcel desde el 21 de agosto del año pasado. Aunque estoy encerrada y quieren abatirme mis captores, me dirijo con optimismo a las mujeres en su día internacional. Este es un mensaje a las mujeres de México y Estados Unidos, también a las mujeres de otros países en los que sufren discriminación. Mi mensaje a las mujeres es que no se dejen, que protesten y luchen si creen que son humilladas ya sea en su trabajo, en su localidad o en su misma casa.

La vida para las mujeres en países como México es muy difícil, sobre todo si somos de familias campesinas y de pueblos como el mío en medio de las montañas de Guerrero, estado donde siempre ha habido mucha pobreza y falta de todo tipo de servicios. También siempre ha habido mucha corrupción y abusos de los gobernantes.

Siempre he trabajado para mantener a mis hijas, la primera de las cuales nació cuando yo tenía 16 años. Tuve que emigrar muy joven a Estados Unidos, donde trabajé de muchas cosas, limpiando casas y de mesera en restaurantes. Por mi esfuerzo, también adquirí la ciudadanía norteamericana.

Pero nunca olvidé mis raíces, a mis padres, hermanos y familia, a los que con frecuencia visitaba. Tampoco a mi pueblo y comunidad. No pude ser indiferente a lo que estaba pasando con mis vecinos y el pueblo de Olinalá, que

Los abusos de los delincuentes eran cosa de todos los días, ya no se podía vivir en paz, ya no podíamos salir de nuestras casas, ya no podíamos trabajar, viajar, poner un negocito, mandar con tranquilidad a nuestros hijos a las escuelas ni salir a la plaza a tomar un helado.

Pronto el pueblo se organizó y a mí me eligieron su representante. Soy la coordinadora de la policía comunitaria de Olinalá. Al principio todos fueron apoyos y atenciones del gobierno. El mismo gobernador nos dio dos camionetas y apoyos. También nos dieron unos documentos en el que nos reconocen como policías comunitarios.

Nosotros los comunitarios hicimos nuestro trabajo y lo hicimos bien. Cumplimos con el pueblo de Olinalá. Combatimos a los delincuentes y a los que los ayudanreduciendo en un 90% los crímenes de alto impacto en tan solo un año de lucha. Tal vez por eso el gobierno terminó por agredirnos y a mí por capturarme, junto a otros 12 policías comunitarios de la CRAC de Guerrero. Fui capturada en medio de un impresionante despliegue militar y policial que no se los dedica el gobierno ni a los peores narcos. En unas horas ya estaba yo encerrada en Nayarit en un penal de alta seguridad donde estoy como si fuera un animal peligroso, aislada de los demás. Sólo puede verme cada dos semanas una de mis hermanas y ahora una de mis hijas. No puedo hablar con nadie, no veo ni tomo sol. No recibo medicamentos ni terapia para mis dolencias por un accidente. No puedo recibir revistas ni periódicos. Ni siquiera puedo recibir una carta de mi esposo que está en Estados Unidos o un dibujo de mis nietos. Sólo puedo hablar unos minutos por teléfono a la semana con mí hija Zafra. No puedo ver la televisión.

Sé que quieren quebrarme pero no lo lograrán. Sé que con mi encierro quieren que yo escarmiente y todos y todas las demás que en México se levanten contra tanta injusticia. Pero no me quebrarán. Nunca saldrá de mi boca que pido perdón. No tengo porqué pedirle perdón a nadie y menos al gobierno. De mi boca y de mi corazón sólo escucharán que salen palabras de aliento para todos aquellos y aquellas que, como yo, se deciden por hacer algo por sus pueblos y sus hijos.

A las mujeres especialmente me dirijo. A las esposas y madres de los otros comunitarios presos les digo que debemos aguantar la fría prisión y que está más próximo de lo que creemos el día en que estemos libres. A las mujeres en general les digo que no se dejen de nada ni de nadie, que no toleren al gobernante corrupto y amafiado, que no acepten la discriminación en ningún lado ni el maltrato. A las mujeres de Olinalá, les pido que sigan la lucha que hace más de un año iniciamos junto con nuestros esposos y vecinos.

Mis captores me agregan causas y causas. Pero sé que finalmente saldré de prisión. Lo haré con la frente en alto porque sé que ya desde ahora nadie se cree que yo soy una delincuente. Porque las personas honradas de México, de Estados Unidos y de otros países saben que soy una presa política. Y saldré de prisión a proseguir la lucha que desde la policía comunitaria de Olinalá inicié.

Adelante mujeres de México y del mundo. La historia enseña que cuando algo se gana es porque ha habido sacrificios. Estemos dispuestos a hacerlos. No tengamos miedo y sí tengamos voluntad de acabar con lo malo y los malos. Así, a las mujeres nos espera un futuro mejor y luminoso.

Penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit, a 7 de marzo de 2014.
Mensaje de la comandante Nestora a las mujeres, en su día internacional en voz de su hermana Cleotilde Salgado
 
 
 
Me llamo Nestora Salgado García, tengo 42 años, tres hijas y cuatro nietos y una nieta. Estoy injustamente en la cárcel desde el 21 de agosto del año pasado. Aunque estoy encerrada y quieren abatirme mis captores, me dirijo con optimismo a las mujeres en su día internacional. Este es un mensaje a las mujeres de México y Estados Unidos, también a las mujeres de otros países en los que sufren discriminación. Mi mensaje a las mujeres es que no se dejen, que protesten y luchen si creen que son humilladas ya sea en su trabajo, en su localidad o en su misma casa.

La vida para las mujeres en países como México es muy difícil, sobre todo si somos de familias campesinas y de pueblos como el mío en medio de las montañas de Guerrero, estado donde siempre ha habido mucha pobreza y falta de todo tipo de servicios. También siempre ha habido mucha corrupción y abusos de los gobernantes.

Siempre he trabajado para mantener a mis hijas, la primera de las cuales nació cuando yo tenía 16 años. Tuve que emigrar muy joven a Estados Unidos, donde trabajé de muchas cosas, limpiando casas y de mesera en restaurantes. Por mi esfuerzo, también adquirí la ciudadanía norteamericana.

Pero nunca olvidé mis raíces, a mis padres, hermanos y familia, a los que con frecuencia visitaba. Tampoco a mi pueblo y comunidad. No pude ser indiferente a lo que estaba pasando con mis vecinos y el pueblo de Olinalá, que

Los abusos de los delincuentes eran cosa de todos los días, ya no se podía vivir en paz, ya no podíamos salir de nuestras casas, ya no podíamos trabajar, viajar, poner un negocito, mandar con tranquilidad a nuestros hijos a las escuelas ni salir a la plaza a tomar un helado.

Pronto el pueblo se organizó y a mí me eligieron su representante. Soy la coordinadora de la policía comunitaria de Olinalá. Al principio todos fueron apoyos y atenciones del gobierno. El mismo gobernador nos dio dos camionetas y apoyos. También nos dieron unos documentos en el que nos reconocen como policías comunitarios.

Nosotros los comunitarios hicimos nuestro trabajo y lo hicimos bien. Cumplimos con el pueblo de Olinalá. Combatimos a los delincuentes y a los que los ayudanreduciendo en un 90% los crímenes de alto impacto en tan solo un año de lucha. Tal vez por eso el gobierno terminó por agredirnos y a mí por capturarme, junto a otros 12 policías comunitarios de la CRAC de Guerrero. Fui capturada en medio de un impresionante despliegue militar y policial que no se los dedica el gobierno ni a los peores narcos. En unas horas ya estaba yo encerrada en Nayarit en un penal de alta seguridad donde estoy como si fuera un animal peligroso, aislada de los demás. Sólo puede verme cada dos semanas una de mis hermanas y ahora una de mis hijas. No puedo hablar con nadie, no veo ni tomo sol. No recibo medicamentos ni terapia para mis dolencias por un accidente. No puedo recibir revistas ni periódicos. Ni siquiera puedo recibir una carta de mi esposo que está en Estados Unidos o un dibujo de mis nietos. Sólo puedo hablar unos minutos por teléfono a la semana con mí hija Zafra. No puedo ver la televisión.

Sé que quieren quebrarme pero no lo lograrán. Sé que con mi encierro quieren que yo escarmiente y todos y todas las demás que en México se levanten contra tanta injusticia. Pero no me quebrarán. Nunca saldrá de mi boca que pido perdón. No tengo porqué pedirle perdón a nadie y menos al gobierno. De mi boca y de mi corazón sólo escucharán que salen palabras de aliento para todos aquellos y aquellas que, como yo, se deciden por hacer algo por sus pueblos y sus hijos.

A las mujeres especialmente me dirijo. A las esposas y madres de los otros comunitarios presos les digo que debemos aguantar la fría prisión y que está más próximo de lo que creemos el día en que estemos libres. A las mujeres en general les digo que no se dejen de nada ni de nadie, que no toleren al gobernante corrupto y amafiado, que no acepten la discriminación en ningún lado ni el maltrato. A las mujeres de Olinalá, les pido que sigan la lucha que hace más de un año iniciamos junto con nuestros esposos y vecinos.

Mis captores me agregan causas y causas. Pero sé que finalmente saldré de prisión. Lo haré con la frente en alto porque sé que ya desde ahora nadie se cree que yo soy una delincuente. Porque las personas honradas de México, de Estados Unidos y de otros países saben que soy una presa política. Y saldré de prisión a proseguir la lucha que desde la policía comunitaria de Olinalá inicié.

Adelante mujeres de México y del mundo. La historia enseña que cuando algo se gana es porque ha habido sacrificios. Estemos dispuestos a hacerlos. No tengamos miedo y sí tengamos voluntad de acabar con lo malo y los malos. Así, a las mujeres nos espera un futuro mejor y luminoso.

Penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit, a 7 de marzo de 2014.

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