Al comandante latinoamericanoH. E. Cavazos Arózqueta (@HECavazos)
A ondear las banderas latinoamericanas a media asta. A pedir por otro vientre que conciba, milagrosamente, a la justicia encarnada. A recordar al hombre estoico, justo, metaético, por no decir heroico. A recordar a la antítesis de la explotación, al símil de la justicia. Recordemos al Cristo rojo, al latinoamericano por antonomasia, al argentino, al cubano...al Che.
Cediste el oxígeno, desde el día de tu nacimiento hasta el día de tu muerte, porque no eras avaro, porque no necesitabas de más. Por eso todos los apaleados del mundo abrazan tu imagen, le lloran, le piden. Eres ejemplo a seguir, eres poema y eres tragedia. Te extraña tu gente; te buscan las ideas. Che, no te escondas, sal de la Higuera para alumbrarnos el camino, para llegar a la gloria, para lograr la justicia, la paz y la libertad.
Las lágrimas que aún te lloran, no logran apagar la llama que dejaste en nuestros corazones, Che. Porque liberaste, caballero gallardo, con tus ideas, a gran parte del mundo. Y por eso, comandante, me entrego en cuerpo y alma a tu causa, que está en la boca de obreros, campesinos y estudiantes. Soy tú para que estés en mí, poeta, guerrillero, héroe.
Hoy se tiñe de negro mi continente, como cada ocho de octubre; porque recordamos tu asesinato; porque recordamos las lágrimas, el dolor, la frustración... Y es que desde que te fuiste, la guerra comenzó a perderse. Che, querido comandante, dejaste a esta parte de América desamparada; te extrañamos. Jamás estarás quieto en nuestra historia. Seguimos de luto.
Te extrañamos, te seguiremos extrañando, por ser amante de la libertad, hermano de la justicia, padre de la igualdad, hijo de la paz. Jamás te olvidará este pueblo, que es lo que es, gracias a la sangre que derramaste por él. Estás en la voz de los obreros, en la cara del campesino, en la voz del trabajador. Siempre estarás luchando, hombro con hombro, con nosotros, tu pueblo: Latinoamérica. Te amamos.
Por eso hoy, tu rostro es imagen de liberación. Che, hermano, padre y Dios, eres tan gigante que nada ni nadie te desplazará de mi corazón. Y a causa de esto, te echo tanto de menos, recordándote de más. Jamás olvidaré tu amor a la humanidad, a la patria, a la revolución. Nunca he de dejar de amarte.
Ante todo esto, te suplico, inspírame. Quiero sanar la enfermedad de mi nación, la de los pueblos americanos que necesitan sanar también. Querido Che, alúmbrame el camino este ocho de octubre, día en que te despedí, para lograr, como siempre profetizaste, la victoria. Porque nunca te olvidaré, nunca dejarás de ser mi héroe. Hoy creo conciencia. Y hasta siempre, Che Guevara.
http://sdpnoticias.com/sdp/columna/h-e-cavazos-arozqueta-hecavazos/2010/10/08/1132924
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