Reclamos sin razón
Por Polimnia Romana Sierra
Sin la mínima autoridad moral y con gran cinismo el usurpador hizo una exigencia ridícula al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México Marcelo Ebrard. Teniendo al país de cabeza gracias a la violencia provocada por su guerra contra el narco y con una crisis económica sin precedentes se atreve a cuestionar el trabajo de la única entidad en México que verdaderamente se ha preocupado por sus ciudadanos.
Por Polimnia Romana Sierra
Sin la mínima autoridad moral y con gran cinismo el usurpador hizo una exigencia ridícula al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México Marcelo Ebrard. Teniendo al país de cabeza gracias a la violencia provocada por su guerra contra el narco y con una crisis económica sin precedentes se atreve a cuestionar el trabajo de la única entidad en México que verdaderamente se ha preocupado por sus ciudadanos.
Como si los criminales no fueran producto de la misma sociedad y la corrupción de sus autoridades, el pelele demanda al Distrito Federal acciones que frenen la delincuencia y depurar a la policía capitalina, asuntos lejos de ser aplicados a nivel federal. Su hipócrita sermón olvidó que el desempleo, la falta de oportunidades y seguridad social son las causales del incremento de crímenes cada vez más crueles y sanguinarios.
Un tropiezo más en su discurso fue el descalificar nuevamente la Consulta Ciudadana al describirla como un acto que sólo divide a la sociedad mexicana.
Parece que no se ha percatado que desde que se lanzó como el candidato de la guerra sucia y los discursos engañosos no ha parado de dividir a los mexicanos.
El cada vez más notable desequilibrio económico en este país es el verdadero autor de la discordia ideológica. No es posible que los desiguales piensen como iguales. Los que viven sin un futuro asegurado y persiguiendo el pan de cada día no pueden pensar en la macroeconomía y política exterior, por el contrario los jóvenes que lo tienen todo desde su nacimiento no son capaces de reflexionar sobre el salario mínimo o los aumentos en los precios que se gritan en la central de abastos todas las mañanas.
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