Carmen Aristegui concede en exclusiva a RT su primera gran entrevista tras su despido (AVANCE)
https://www.youtube.com/watch?v=m4ltMyrJO7c
La venganza presidencial
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La venganza presidencial
Venganza de Los Pinos. Cartón: Rocha |
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Detrás de la estrategia
para remover a Carmen Aristegui de su espacio matutino en Noticias MVS
se oculta la mano autoritaria y vengativa del gobierno de Enrique Peña
Nieto. El asunto no se reduce a un problema laboral entre la
comunicadora y sus contratantes. No se trata sólo de “un conflicto entre
particulares”, como lo ha declarado la Secretaría de Gobernación en su
intento por deslindar al gobierno, sino de un agravio político de
innegable trascendencia. La destitución arbitraria y dolosa de la
periodista con mayor presencia y credibilidad del país representa un
atentado contra la libertad de expresión sólo comparable al golpe contra
el Excélsior de Julio Scherer orquestado por Luis Echeverría en 1976.
Ello supone un inadmisible retroceso de casi cuatro décadas en materia
de derechos ciudadanos: el derecho de los periodistas a expresarse y el
derecho de la sociedad a estar bien informada.
Disfrazada de un diferendo
por el supuesto uso de la marca de la emisora en el lanzamiento de
MexicoLeaks, MVS montó una campaña mediática con el objeto de forzar la
salida de Carmen Aristegui del noticiario radiofónico con mayor
audiencia, rigor periodístico, independencia crítica y verosimilitud del
país. A los desplegados y spots repletos de descalificaciones se
sumaron el despido de los reporteros que realizaron la investigación
sobre la Casa Blanca, y la publicación intempestiva de “nuevos
lineamientos” para normar la relación entre la radiodifusora y los
conductores de sus noticiarios, claramente dirigidos a coartar la
libertad de Aristegui para precipitar su renuncia. Finalmente, el
domingo 15 por la noche MVS dio por terminada su relación laboral con
Aristegui, y el lunes se le impidió la entrada a la emisora para
transmitir su noticiario, con una falta de respeto total hacia la
audiencia.
¿Qué motivó y quién indujo a los directivos de MVS
Comunicaciones a arremeter de forma tan agresiva contra la estrella de
sus programas noticiosos? ¿Por qué recurrieron a lo que el propio
ómbudsman de Noticias MVS, Gabriel Sosa Plata, calificó de “inédita y
desproporcionada estridencia mediática”? Detrás del atropello contra
Aristegui hay tanto dinero y poder como ansia de castigar a quien osó
divulgar las condenables relaciones inmobiliarias del presidente, su
esposa y su secretario de Hacienda con el contratista consentido del
gobierno.
La decisión de sacar del aire a Carmen fue resultado de un
inocultable acuerdo secreto entre los hermanos Vargas Guajardo y el
exabogado del Grupo MVS, Eduardo Sánchez Hernández, recientemente
nombrado coordinador de Comunicación de la Presidencia. Se trató de un
trueque, con carácter de urgente: la concesión de la Red Compartida,
cuyo proceso de licitación inició el 11 de marzo y concluye el 22 de
abril, a cambio de la salida de Aristegui de su espacio radiofónico.
Se trata de una apetitosa zanahoria para que MVS
comercialice servicios de telecomunicaciones al mayoreo, incluido el
acceso a internet de banda ancha –como el que ahora tiene América
Móvil–, canjeada por un palo contra una periodista que le resulta
incómoda al poder porque lo exhibe en su mediocridad y podredumbre. Buen
negocio para los ejecutores de la permuta, pero muy mal augurio para la
cultura democrática. Nuevamente, el interés empresarial define una
política editorial que cancela la libertad de expresión entendida como
crítica independiente del poder político. MVS se convierte así en
instrumento del gobierno autoritario de Peña Nieto para censurar y
castigar a una figura paradigmática de la libertad de expresión en
México.
No es la primera vez que la familia Vargas se pliega ante
el poder del autoritarismo presidencial con la esperanza de ser
favorecida por la generosidad del ogro filantrópico. Así ocurrió en
2011, cuando Aristegui fue despedida por aludir a un supuesto problema
de alcoholismo del entonces presidente Felipe Calderón. El mandatario
exigió el cese de la periodista a cambio de la renovación de las
concesiones de MVS. La empresa cedió, pero los Vargas y Calderón
tuvieron que recular ante la ola de protestas en apoyo de Aristegui.
Aclaro: No estoy en contra de los legítimos intereses de
los empresarios de la comunicación; repruebo la colusión entre el
gobierno y los dueños de los medios informativos para limitar el derecho
a la crítica del poder presidencial, tal como ocurría en la época
dorada del autoritarismo priista. Es cierto que hoy existe una mayor
libertad de expresión en la prensa, la radio, la televisión y, por
supuesto, en las redes sociales. No obstante, el gobierno sigue
ejerciendo un control sobre la política editorial de los medios,
permitiendo la existencia de voces críticas en las páginas de análisis o
en espacios de comentarios, pero siempre manteniendo un límite acordado
entre la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia y los
dueños de los medios. (Excepción a esa regla, Proceso ha sido castigado
con un ilegal boicot publicitario del gobierno debido a su independencia
crítica.) Se trata, pues, de una libertad prestada, de una libertad
limitada.
Ese límite fue rebasado por Aristegui al divulgar
información que puso en duda la integridad del presidente Peña Nieto, lo
cual ocasionó un notable descenso en la popularidad del mandatario,
además de una crisis de confianza y legitimidad agravada por las
tragedias de Tlatlaya y Ayotzinapa, así como por el magro crecimiento de
la economía y el aumento del desempleo. Ante esa circunstancia, el
gobierno acordó con los dueños de la emisora cerrarle el micrófono de
MVS a Carmen Aristegui. Lo hicieron con rudeza innecesaria y torpeza
manifiesta.
La venganza es una pulsión humana que busca hacer un daño
equivalente o mayor al recibido.
Hacerse “justicia” por propia mano es
la forma más primitiva de justicia personal o penal. “Mas si hubiere
muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente,
mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida,
golpe por golpe” (Éxodo 21:23-25). De acuerdo con ese principio, a los
violadores sexuales se les castraba, a los ladrones les cortaban las
manos y a los blasfemos les perforaban la lengua. Aunque en las
sociedades civilizadas las instituciones de justicia se encargan de
evitar esa barbarie estableciendo un equilibrio entre crimen y castigo,
la pasión vengativa del poder para hacer pagar su “deuda” al real o
supuesto ofensor no ha desaparecido.
En política hay que sanar los males, jamás vengarlos,
recomendaba Napoleón I. Nuestro presidente-emperador hizo lo contrario.
Obsesionado por una sed de venganza, ha recurrido a los renovados
poderes metaconstitucionales para hacerse “justicia” de la mano de MVS,
violando el artículo 6° de la Carta Magna. ¿Qué se logrará con el
desplante? Crear otro escándalo que aumentará la crisis de confianza y
legitimidad de su gobierno, dentro y fuera del país. Carmen Aristegui no
será silenciada, por el contrario, el reconocimiento a su
profesionalismo y rigor periodísticos se verá fortalecido.
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