fe de erratas

18 jun 2010

Epitafio para José Saramago: Compromiso

Epitafio para José Saramago: Compromiso


Marina Cruz Marcelo (@zazek)
SDP    19 de Junio, 2010 - 00:10 Comenta 6

El encuentro con un escritor siempre es casual, mi punto de partida es El hombre duplicado. A partir de ese momento me pregunto: ¿dónde vivirán aquellos que llevan mis propios rasgos? Y cuando en la calle encuentro un rostro conocido es Saramago el nombre que recorre mi mente.


Imaginar por ejemplo, los diferentes obstáculos que una sociedad debería aprender a superar para no mutilarse o extinguirse recorren las líneas metafóricas de Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez. Entonces encontramos a un José Saramago que nos enfrenta a nuestros monstruos, a la maldad que divide, al individualismo que no permite superarnos y lo hace de una forma tan verosímil que nos recuerdo a Segismundo y la vida es sueño pues esa "ficción" podría ser perfectamente una realidad que nos dejaría enseñanzas si tan sólo las tomaramos en cuenta.


Comprometido socialmente, predica con el ejemplo. Respeta las letras y a los individuos. Es claro cuando afirma que no debemos olvidar nuestra infancia. Saramago nunca deja de ser niño. Se cuestiona, crea, es bondadoso. No nos asombren entonces obras como El evangelio según Jesucristo ó Caín. Aún no entiendo la ofensa de los católicos y me permito aquí hacer un paréntesis: ¿No es más ofensiva una iglesia que no aleja a los sacerdotes pederastas de los niños? Ó ¿a quien detiene las manos en pleno holocausto? Saramago en cambio con la elocuencia de un novelista, utiliza artificios de tiempo, de imágenes, entrelaza historias para cuestionar un poco la ya de por sí reinterpretada historia. Caín se abre entonces ante nuestros ojos cómo un juego temporal en el que su personaje principal, de Saramago, es puesto a prueba hasta el límite. El creador pone a prueba su criatura de la misma forma que lo hace Dios. He aquí la creatividad y cuestionamiento en acción.


Pero la bondad infantil de Saramgo se vierte no sólo en la amplia herencia narrativa que nos deja, también la muestra en su poesía poco conocida al menos en menor grado que su poesía. Veamos el epitafio dedicado a Luís de Camões en su poemario titulado Los poemas posibles:




¿Qué sabemos de ti, si tan sólo dejaste versos,
qué memoria quedó en el mundo que viviste?
¿Del nacer al morir ganaste un día
o perdieron tu vida los versos que escribiste?



En ese mismo desamparo hemos quedado nosotros con tú perdida José Saramago ¿Cómo abrazar al pueblo portugués si esta pérdida nos duele a tantos? Cada libro escrito queda como una moraleja para no perder la palabra justa que encierra, mas no oprime, el sentido literario y de vida para Saramago, repito: el compromiso. Compromiso con la voz que viaja a través de los signos lingüísticos y que dejan una huella a quienes lo leen. Compromiso porque hasta el último momento fue congruente con sus ideales literarios, políticos y sociales, y lo digo sin calificarlos.




¿Qué palabras concederle a un Nobel cuando él mismo ya nos escribió su despedida en su poemario El amor de los otros? No me queda más que dejarles a ustedes ese pedacito subjetivo de Saramago en mis lecturas y compartirles esa poesía que podría utilizar para decirnos hasta siempre.


"A tí regreso, mar".


A ti regreso, mar, al sabor fuerte
de la sal que el viento trae hasta mi boca,
a tu claridad, a esta suerte
que me fue dada de olvidar la muerte
aun sabindo que la vida es poca.




A ti regreso, mar, cuerpo tendido,
a tu poder de paz y tempestad,
a tu clamor de dios encadenado
de tierra femenina rodeado,
cautivo de la propia libertad.




A ti regreso, mar, como quien sabe
de esa tu lección de sacar provecho.
Y antes de que la vida se me acabe,
de toda el agua que en la tierra cabe,
en voluntad tornada armaré el pecho

http://sdpnoticias.com/sdp/columna/marina-cruz-marcelo-zazek/2010/06/19/1064505

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