Dos estilos: AMLO y Peña Nieto
Natalia Colmenares (@natcolmenares)
SDP 06 de Septiembre, 2010 - 07:48 11 comentarios
Los punteros en las encuestas siempre apuntan a algo. Habrá que comparar lo que entre líneas retratan.
Uno, Enrique Peña Nieto, es una creación mediática. Invariablemente sigue un guión. Absolutamente predecible, se mueve, actúa, posa como "estadista".
El otro, Andrés Manuel López Obrador, ha podido consolidar su popularidad no sólo sin el apoyo de los grandes medios, sino inclusive contra los grandes medios, sobre todo Televisa.
Peña Nieto se viste siempre para la ocasión. Con los mejores trajes y corbatas en las ocasiones solemnes, de elegante chamarra roja si va a los juegos del Toluca, con botas e impermeable de última moda si recorre las calles inundadas. Él es un modelo, casi un actor.
López Obrador viste ropa que normalmente combina mal. Se pone lo primero que encuentra y así sale a la calle. Si acaso, se cuelga una corbata en los eventos más formales. Pero evidentemente lo suyo no es la elegancia.
Peña Nieto viaja en avión privado, frecuentemente visita Europa, se hospeda en París en hoteles de 20 mil pesos
la noche, cena en restaurantes carísimos. Sabe vivir, sin duda. Simula la vida de un triunfador y ejerce su derecho a pasarla bien. En el Estado de México, Peña Nieto utiliza el helicóptero, y no un helicóptero cualquiera, sino de los grandes y caros.
López Obrador vuela en clase turista, pero lo suyo es más bien la carretera. Ha recorrido todos los pueblos mexicanos en larguísimas jornadas de camioneta. Ha conocido todos los retenes, ha experimentado todas las averías mecánicas, ha batallado por los pésimos caminos que imposibilitan el desarrollo en nuestro país.
Peña Nieto es predecible, ofrece una imagen de seguridad, jamás dice algo indebido, esto es, no se sale de su guión, actúa y modela como "hombre de estado" y le da resultado: está muy bien posicionado en las encuestas. Palomea su lista de pendientes y mostrándose ecuánime, parece que el control lo tiene en sus manos. Al señor nunca lo hemos visto pasar corajes.
López Obrador es impredecible, no obedece a sus asesores que le suplican a diario ser prudente en sus declaraciones, es decir, si amanece de malas, hace famosas a las chachalacas o cualesquiera otros bichos, no es capaz de actuar siguiendo ninguna estrategia, se trata, sin duda, de un ser humano que se presenta como tal. Pese a todo, le va bien: su posición en las encuestas es muy buena y en evidente aumento. No finge ser perfecto, pues sabe que nadie lo es.
Peña Nieto ve al pueblo de cerca sólo en las filmaciones de sus comerciales. Y es que, en buena lógica priista, el pueblo sólo sirve para la foto, para el video, para mandar mensajes mediáticos convincentes. Le funciona, hay mucha gente, millones de mexicanos de todas las clases sociales que le creen. Y aquí el factor Gaviota, claro, es clave. La historia que los mexicanos gustan de ver en las telenovelas.
López Obrador vive rodeado de pueblo, sólo con el pueblo dialoga verdaderamente y sólo le interesa lo que piense la gente de abajo. La foto le tiene sin cuidado. Lo importante para él es entender a los que poco o nada tienen. Le funciona, millones de mexicanos pobres lo ven como su única esperanza.
Así los veo, así llegarán a 2012. Uno representa el México de una oligarquía ya caduca que en mi opinión nada tiene que ofrecer ni proponer. Una imagen en pantalla pretenciosa que espero, no abuse de la ignorancia de la gente. El otro es una posibilidad real de un cambio profundo y verdadero en las estructuras políticas.
Desde luego, y a riesgo de no ser considerada imparcial (de hecho, nadie lo es) prefiero al que me desespera cada vez que entra en conflictos evitables que al "perfecto" modelo creado por la televisión. Esto es, me identifico mucho más con López Obrador que con Peña Nieto. Desde luego, respetaré a quienes opinen lo contrario.
http://www.sdpnoticias.com/sdp/columna/natalia-colmenares-natcolmenares/2010/09/06/1111046
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