El Peje tenía razón
Miércoles, 31 Agosto 2011 por Diego Petersen
Cuando el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció el programa de apoyo para los viejitos, panistas y priistas al unísono, lo acusaron de populista. Cuando dijo que no gastaría dinero en crear una gran burocracia que hiciera el padrón de beneficiarios, la lista de quién debería de recibir y quién no el apoyo, sino que ese dinero lo iba a gastar en repartir el beneficio a más viejitos, lo acusaron de derrochador.
Cuando se dieron cuenta que la política de apoyo a los viejitos no solo generaba simpatías entre los adultos mayores sino que los principales beneficiados eran los hijos que veían aliviada una preocupación y una presión permanente, ya no sabían cómo pararlo. Pocas políticas sociales tienen tanto impacto positivo como el apoyo directo a la tercera edad.
Al adulto mayor le da seguridad y certidumbre, y como la mayor parte del dinero se gasta en medicinas, tiene además un efecto directo sobre el bienestar del beneficiado. Al tener su propio ingreso, por pequeño que sea, el viejo recupera autoestima y sobre todo, alivia la relación con los hijos para quienes deja de ser una carga tener que mantener a los padres.
Y si de pura casualidad lo sobran tres pesos del subsidio, podemos dar por seguro que lo gastará en los nietos.
Panistas y priistas acabaron por reconocer no solo que subsidiar a los viejitos es una gran idea, sino que es sumamente rentable en términos electorales y hoy no hay quién no quiera hacer lo mismo. No hay duda y que no haya engaño: si lo hace el municipio de Guadalajara y si lo hace el Gobierno del Estado es porque es muy eficiente en términos electorales, pero eso no le quita lo benéfico.
El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), la entidad independiente que se dedica a medir la pobreza y la evolución de los indicadores de ésta, señala que en el caso de Jalisco todos los indicadores que tienen que ver con infraestructura crecieron favorablemente.
Hoy en Jalisco hay mejores casas, mejor cobertura de salud, mejor seguridad social, mayor nivel de escolaridad pero las familias tienen menos ingreso por la falta de trabajo y comen peor, porque la inflación en los alimentos es el doble que la inflación oficial del Banco de México.
Dicho en pocas palabras, la falta de dinero y la carestía de los alimentos es lo que está agravando la pobreza. En este contexto cualquier política de transferencia directa de recursos a los más necesitados es sin duda positiva y plausible.
Hoy que todos se cuelgan medallas ajenas y que tan de moda está hablar mal del obstinado López Obrador, vale la pena recordar que al menos en eso (y quizás en otras cosas no tan evidentes) El Peje tenía razón.
Cuando se dieron cuenta que la política de apoyo a los viejitos no solo generaba simpatías entre los adultos mayores sino que los principales beneficiados eran los hijos que veían aliviada una preocupación y una presión permanente, ya no sabían cómo pararlo. Pocas políticas sociales tienen tanto impacto positivo como el apoyo directo a la tercera edad.
Al adulto mayor le da seguridad y certidumbre, y como la mayor parte del dinero se gasta en medicinas, tiene además un efecto directo sobre el bienestar del beneficiado. Al tener su propio ingreso, por pequeño que sea, el viejo recupera autoestima y sobre todo, alivia la relación con los hijos para quienes deja de ser una carga tener que mantener a los padres.
Y si de pura casualidad lo sobran tres pesos del subsidio, podemos dar por seguro que lo gastará en los nietos.
Panistas y priistas acabaron por reconocer no solo que subsidiar a los viejitos es una gran idea, sino que es sumamente rentable en términos electorales y hoy no hay quién no quiera hacer lo mismo. No hay duda y que no haya engaño: si lo hace el municipio de Guadalajara y si lo hace el Gobierno del Estado es porque es muy eficiente en términos electorales, pero eso no le quita lo benéfico.
El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), la entidad independiente que se dedica a medir la pobreza y la evolución de los indicadores de ésta, señala que en el caso de Jalisco todos los indicadores que tienen que ver con infraestructura crecieron favorablemente.
Hoy en Jalisco hay mejores casas, mejor cobertura de salud, mejor seguridad social, mayor nivel de escolaridad pero las familias tienen menos ingreso por la falta de trabajo y comen peor, porque la inflación en los alimentos es el doble que la inflación oficial del Banco de México.
Dicho en pocas palabras, la falta de dinero y la carestía de los alimentos es lo que está agravando la pobreza. En este contexto cualquier política de transferencia directa de recursos a los más necesitados es sin duda positiva y plausible.
Hoy que todos se cuelgan medallas ajenas y que tan de moda está hablar mal del obstinado López Obrador, vale la pena recordar que al menos en eso (y quizás en otras cosas no tan evidentes) El Peje tenía razón.
http://opinion.informador.com.mx/Columnas/2011/08/31/el-peje-tenia-razon/
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