Menos de 3 pesos el aumento a salarios mínimos
9. enero, 2014 Álvaro Cepeda Neri * Conjeturas
La Comisión Nacional de los Salarios
Mínimos tiene un consejo colegiado: representantes de patrones,
trabajadores y gobierno federal. Quien preside ese órgano lleva más de
20 años; pero los trabajadores llevan más siendo víctimas de ese
triunvirato que recibe órdenes patronales y gubernamentales para fijar
los aumentos anuales al salario mínimo, con la complicidad del
representante de los trabajadores. Es la marrullera manera de los
miserables incrementos, que raya en la esclavitud que padecen los
mexicanos que tienen formalmente una plaza. Se acordó que los patrones
den una limosna que llega a los 3 pesos, para que los trabajadores que
pertenezcan al área “A” reciban al día 67.29 y los de la “B” 63.77,
laborando entre 9 y 10 horas diarias. Y el “generoso” aumento solamente
sirve para que aumenten los precios en general, como el aumento mensual a
los combustibles y electricidad, que Peña dice que pronto notaremos que
los recibos bajarán con motivo de la contrarreforma energética, pero calla que eso sería, si bien nos va, hasta dentro de 10 años.
El aumento a los salarios mínimos es una mentada
de la política económica de Peña-Videgaray. A los 56 millones de pobres
deben agregarse los 26 millones de salarios mínimos; y aunque cerca de 6
millones reciban entre uno y tres de ellos, resulta insuficiente ante
la constante subida de precios que reducen, drásticamente, el poder
adquisitivo. Los trabajadores mexicanos son de los peores pagados y
están siendo ofrecidos como otro gancho del peñismo para
empresarios e inversionistas. Esa comisión votó por “unanimidad” el
aumento de los casi 3 pesos, con lo cual –dijeron– se pusieron a tono
con la política económica peñista (Carolina Gómez: La Jornada, 19
de diciembre de 2013). Es decir: la sumisión y el servilismo para con
las indicaciones del “señor presidente” que no quiere aumentos reales a
los trabajadores, para no desequilibrar sus medidas que buscan atraer
capitales con mano de obra barata y la privatización petrolera.
Se privatiza aún más el salario mínimo
para tener esclavos sobreviviendo en la frontera del hambre o la
rebelión social. Por sexenios, los aumentos han sido una provocación, y
para que los patrones mantengan en la vil desgracia a millones de
mexicanos y sus familias. Esto es una limitante al crecimiento económico
y la productividad, e incuso a la competitividad. No hay estímulos a
los trabajadores, quienes ante el desempleo resisten; pero saben que su
situación no cambiará a no ser que utilicen la democracia directa para
exigir su derecho constitucional a los salarios mínimos, “suficientes
para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el
orden material, social y cultural, y para proveer a la educación
obligatoria de los hijos”. Esto no se ha cumplido en los últimos 8
sexenios y el peñismo quiere seguir en esa invicta e impune conducta,
ofreciendo a los trabajadores como esclavos de la privatización
generalizada de la economía. No hay más opción que las huelgas y la
huelga general para impedir otro atraco, mientras los patrones se
enriquecen.
*Periodista
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