La osadía de denunciar
SAN
LUIS LA LOMA, GRO. (Proceso).- Desde el 10 de septiembre de 2012,
cuando Leopoldo Soberanis Hernández decidió encabezar una manifestación
contra los abusos de poder del Ejército, sintió los efectos de lo que
para sus vecinos era una osadía: Denunciar las violaciones a los
derechos humanos y la violencia que envuelve a la Costa Grande y a la
Tierra Caliente de Guerrero.
El 13 de octubre una partida militar allanó las oficinas de su empresa, Integradora Costa Grande, dedicada a la exportación de coco y mango. Los militares revisaron cada rincón del local “en busca de droga y armas”, obligaron a los trabajadores que se encontraban ahí a colocarse contra la pared y simularon un fusilamiento.
El 7 de noviembre unos 15 soldados ingresaron ilegalmente a la casa de Soberanis. Ahí estaba su sobrino Víctor Manuel, de 15 años. “Me pusieron el arma en la cara y me preguntaban por don Polo; como estaba asustado les dije que no sabía nada; me preguntaban que dónde estaban las armas y por un carro que estaba estacionado fuera de la casa; ocho me preguntaban a la vez, con sus armas, tenía mucho miedo”, narra a la reportera el joven aún aterrado.
Soberanis ubicó como responsable de los hechos al coronel Dante Castillo Calleja, comandante del 19 Batallón de Infantería, contra quien interpuso quejas en la procuraduría estatal y en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Por el hostigamiento militar es que Soberanis se hizo merecedor de medidas cautelares a partir del 22 de noviembre, otorgadas por la Secretaría de Gobernación: una escolta permanente de policías federales.
Egresado del Instituto Politécnico Nacional como ingeniero químico petrolero y con estudios de química avanzada en la Universidad Bautista de Houston, Texas, Leopoldo Soberanis salió hace 48 años de San Luis La Loma, donde nació, y regresó para terminar sus días después de 30 años de trabajar en la industria petrolera en varios países.
Políglota –habla inglés, francés, italiano, portugués y coreano–, dice: “Viajé por todo el mundo y decidí regresar a mi tierra para poner un negocito como exportador de frutas y vivir tranquilo. Cuando escuché todos los problemas que sufría mi gente y me enteré de casos gravísimos, me olvidé del retiro”
.....sigue
http://www.proceso.com.mx/?p=330880
Leopoldo Soberanis. Represalias
Foto: Especial
Foto: Especial
El 13 de octubre una partida militar allanó las oficinas de su empresa, Integradora Costa Grande, dedicada a la exportación de coco y mango. Los militares revisaron cada rincón del local “en busca de droga y armas”, obligaron a los trabajadores que se encontraban ahí a colocarse contra la pared y simularon un fusilamiento.
El 7 de noviembre unos 15 soldados ingresaron ilegalmente a la casa de Soberanis. Ahí estaba su sobrino Víctor Manuel, de 15 años. “Me pusieron el arma en la cara y me preguntaban por don Polo; como estaba asustado les dije que no sabía nada; me preguntaban que dónde estaban las armas y por un carro que estaba estacionado fuera de la casa; ocho me preguntaban a la vez, con sus armas, tenía mucho miedo”, narra a la reportera el joven aún aterrado.
Soberanis ubicó como responsable de los hechos al coronel Dante Castillo Calleja, comandante del 19 Batallón de Infantería, contra quien interpuso quejas en la procuraduría estatal y en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Por el hostigamiento militar es que Soberanis se hizo merecedor de medidas cautelares a partir del 22 de noviembre, otorgadas por la Secretaría de Gobernación: una escolta permanente de policías federales.
Egresado del Instituto Politécnico Nacional como ingeniero químico petrolero y con estudios de química avanzada en la Universidad Bautista de Houston, Texas, Leopoldo Soberanis salió hace 48 años de San Luis La Loma, donde nació, y regresó para terminar sus días después de 30 años de trabajar en la industria petrolera en varios países.
Políglota –habla inglés, francés, italiano, portugués y coreano–, dice: “Viajé por todo el mundo y decidí regresar a mi tierra para poner un negocito como exportador de frutas y vivir tranquilo. Cuando escuché todos los problemas que sufría mi gente y me enteré de casos gravísimos, me olvidé del retiro”
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