Los muchachitos de Videgaray dan la cara por él
I. El genio financiero, fiscal y hacendario Luis Videgaray la estuvo haciendo de genio de la lámpara de Peña, porque según ambos “moverían a México” con los caballos detrás de la carreta del neoliberalismo económico, con las 11 contrarreformas que se sacaron de la manga y las hasta ahora más de 500 reglamentaciones, que están en el limbo
del “obedézcase, pero no se cumplan”, porque no llegan las inversiones
al botín petrolero, pues la sangrienta inseguridad ya espantó a los
capitalistas que, con todo y que suelen correr riesgos, son locos pero no comen lumbre.
Y es que la masacre de Tlatlaya y los seis homicidios y el secuestro o
desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa,
con el agravante de que ya no estén con vida, porque la criminalidad de
funcionarios, narcotraficantes y policías –y parece que hasta militares–
los haya echado al mar, en lo que es una práctica común desde al menos
1960 y de lo que aprendieron de Pinochet en Chile y los integrantes de
las Juntas Militares en Argentina, está siendo el camuflaje para la huida hacia adelante…
II. Que el país esté a punto de una revuelta nacional ha permitido que Videgarary esté escondido, enseñando sus partes traseras y manteniendo la cabeza en una fosa hacendaria; y envía a sus subsecretarios a dar la cara por él para seguir con la letra y música de que, a pesar de todo, la economía está creciendo. Pero desobedeciendo a su maestro Pedro Aspe de no meter a fondo el acelerador del neoliberalismo, sus medidas ya provocaron la crisis que avanza para que las familias, es decir, la microeconomía, estén ahogándose
en el bajo consumo, el desempleo, los bajos salarios y el alza de
precios que representan estancamiento con inflación. Sus tres
subsecretarios ponen cara de sabios y sueltan sus “buenos deseos”, mientras su jefe queda cada vez más calvo
de tantas “preocupaciones” para “mover a México”: con aumentos a la
gasolina, a los impuestos y la aplicación de su antipolítica fiscal.
III. El título del filme es: Todos los hombres del presidente; y la copia pirata de Videgaray es: Los muchachitos de Videgaray.
Estos asisten a eventos y dan “conferencias” en el sentido de que la
economía del país, la macroeconomía –es decir, la de los banqueros,
empresarios, patrones e inversionistas– va mucho muy bien, pues como
manada de leones, se llevan todas las tajadas del pastel. Y que la microeconomía va resurgiendo. Pero pasan de largo
ante la pobreza y los miserables salarios mínimos, que en una estupidez
más antidemocrática, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió
que la consulta sobre ellos no procedía… ¡Pues el gobierno dejaría de
recibir ingresos! También ignoran que los mexicanos consumen menos; y
que cercada la pobreza por el narcotráfico, algunos de sus integrantes
optan por la delincuencia. Videgaray ya no halla cómo decir que la
inseguridad está saboteando su promesa de que el país crecería al menos
3.5 por ciento, pero la realidad conduce a la baja y el desastre
económico del último trimestre nos llevará a la guerra económica, que se
suma a la guerra criminal. El peñismo es un despeñadero y los
estudiantes gritan: “¡Fuera Peña!”
*Periodista
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