El pasado 20 de enero publiqué un mensaje en Twitter expresando la convicción de que, en realidad, muchos de los que ahora se muestran nacionalistas y exaltan la necesidad de la unidad y los valores tradicionales de México, están entre los más sombríos enemigos de México: “Los más sombríos enemigos de México no están fuera, sino dentro. Buitres cómplices que se benefician ($) de la desnacionalización del país”.
Piden hoy la unidad, después de haber tirado a México por la ventana, de haber entregado muchos de sus recursos a los buitres globales. Son en realidad traidores vendepatrias, que están ahora en apuros ante las amenazas del troglodita fascistoide que cayó del norte.

Sin embargo, ellos le han hecho más daño a México. Son buitres locales al servicio de los depredadores globales quienes se han beneficiado de la desnacionalización del país.
Digo desnacionalización sin que eso signifique albergar deseos patológicos de chovinismo alguno. Para nada, ni del más mínimo deseo de que México fuera país de raíces y pies, sin serlo también de alas, abierto sin complejos al mundo.

Ahora están diciendo que “hoy más que nunca es el momento de amar a México”. Muchos serán sinceros y lo dicen convencidos, otros en el fondo han demostrado tener un profundo desprecio por los mexicanos que “no son de su clase”, y cuando dicen “México”, piensan en sus privilegios dentro del país al que Trump ha decidido calumniar, más allá de quienes sí merecen, no por Trump, sino por los propios mexicanos, ser tratados como viles corruptos delincuentes. Incluidos esos “intelectuales” que se las arreglan para parecer defensores de México, habiendo sido parte de su desnacionalización.

Hay muchos agravios internos y lacerantes contra México, muchos muros construidos por el racismo y clasismo domésticos. Ojalá que este grotesco personaje llamado Donald Trump sirva de catalizador para un verdadero y genuino cambio de conciencia en México que, de cara a los vendepatrias y traidores que hoy quieren escudarse en la reacción de valoración de lo nacional que las agresiones de Trump, han despertando entre los mexicanos.
En lo personal rechazo tajantemente el nacionalismo “imbecilizador” al que refiere así el español Fernando Savater:
El nacionalismo es una inflamación de la nación igual que la apendicitis es una inflamación del apéndice.
Sin embargo, a quienes le tenemos agradecimiento y amor sincero a lo que en nuestros corazones significa una realidad llamada México, nos haría bien escudriñar en el significado de esto que expresara el ensayista y político argentino Arturo Jauretche.
El nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo (…) Para ustedes la Nación se realizó y fue derogada; para nosotros, todavía sigue naciendo.