Adiós a Ponfilio
Daño a la izquierda
Carstens: las formas
Loret y discurso del odio
Julio Hernández López La Jornada 10 Diciembre 2009
Mitin de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas ayer a las afueras del Palacio de Justicia Federal de San Lázaro, para esperar la resolución de la audiencia constitucional Carlos Ramos Mamahua Foto Carlos Ramos Mamahua
A menos que su alter ego documental, Ponfilio, impugne hoy lo que ayer hizo Rafael Acosta Ángeles, ha de suponerse que ha llegado a su fin esa parte individual del pésimo espectáculo de manipulaciones, oportunismos e inconsistencias que como marca comercial se hizo llamar Juanito.
El saldo de ese episodio sórdido es desfavorable para lo que suele llamarse izquierda: la carga negativa del mitote fue adjudicada a un lopezobradorismo que actuó en imaginativa defensa legítima luego traicionada; los responsables originales del desaguisado, los miembros del tribunal electoral federal, gozan de impunidad y sus kafkianas decisiones ni siquiera están muy presentes en la percepción social del asunto; el PAN de alguna manera logró penetrar un territorio que hasta ahora le era inaccesible; el escandalito del inflado personaje de la banda en la frente sirvió para distraer la atención pública de asuntos verdaderamente graves y, finalmente, si se cumplen las versiones que ayer circulaban sobre el asunto, resultaría que el ganador final de todo este embrollo acabaría siendo el jefe del gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, que entre sus cartas de relevo tiene a un candidato propio que acabaría insertándose en el campo bélico iztapalapense a título de la famosa tercería en discordia de los mejores tiempos del priísmo clásico.
El desenlace anticlimático del asunto, mediante el inodoro water loo de las actas de nacimiento, la renuncia formal matutina y la huida vespertina por la misma puerta trasera por la que nueve días atrás había ingresado, no debería evitar que esa izquierda involucrada en el episodio de Juanito revisara la textura de su tejido, teniendo siempre presente que en todo movimiento social hay infiltraciones, improvisaciones y provocaciones y que el oscuro porvenir que pintan el felipismo vengativamente recompuesto y el priísmo taimadamente acompañante necesitan revisiones, replanteamientos y una gran inteligencia política. De otra manera, siempre habrá a la vuelta de la esquina el peligro de otro Juanito.
Juanito Calderón ya ni las formas cuida. A pesar de las advertencias públicas que legisladores relevantes le hicieron en el sentido de que estaba agotando el plazo legal para la presentación de su propuesta de nuevo gobernador del Banco de México, el panista de La banda las desatendió y, ayer, la Junta de Coordinación Política del Senado acordó presentar en la plenaria del próximo martes un severo extrañamiento al remiso Felipe. Así como Calderón pudo rendir protesta juanitera (por la puerta de atrás) en diciembre de 2006 gracias al control político de Manlio Fabio Beltrones (que tuvo una cuidadora de asiento de lujo en Ruth Navarrete, que peleó ferozmente por impedir que alguien ocupara el sitio de la presidencia del Congreso... hasta que llegó el sonorense, a quien redituablemente se lo cedió), ahora Carstens podrá instalarse en el Banco de México gracias a la comprensión del entramado senatorial beltronista que, de otra manera, podría haber entrampado procesalmente la propuesta de Los Pinos por su carácter extemporáneo, lo que daría pie a especulaciones y nerviosismo financieros de pronósticos reservados. ¿A cambio de qué se deja el camino libre a Carstens? Ya se verá en próximas sesiones del tianguismo político de elite.
Astillas
Enaltece a Carlos Loret de Mola que haya ofrecido disculpas ayer en su columna de El Universal, Historias de Reportero, a quienes se han manifestado, sobre todo en Twitter, contra el Teletón y a quienes el conductor de noticieros de Televisa había vinculado en anterior entrega, sin pruebas, con actos de terrorismo cuando menos telefónico. Carlos reinstaló el tema en el casillero adecuado: el de la opinión, no el de la acusación; el de la divergencia, no el de la represión. En ese terreno, el de la opinión, todo cabe; no en el de la vacua denuncia judicialmente favorecedora de la mano dura siempre necesitada de pretextos. En su opinión, Loret de Mola encuentra dos segmentos de tuiteros o, en general, de activistas contra el Teletón. Uno de ellos es respetable y a él ofrece si me expresé sin exactitud, una disculpa, pero a otro, el de unos presuntos promotores de discursos perversos, les mantiene un tono distinto: Para los segundos, que parecen más, ni una línea atrás, ni una disculpa y sí una condena y un anuncio: a mí no me amedrentan. Según la opinión de Loret de Mola, los segundos se distinguen a partir de el discurso que no cuestiona sino odia, que no argumenta sino insulta, que no está abierto a modificar su posición sino que amenaza, que entiende la libre expresión como espacio para la violencia verbal (casi siempre anónima) contra quien piensa diferente; ese segmento, estoy convencido, conduce a violencia física, a las amenazas de bomba y a las bombas. Por lo que respecta al nicho positivo de opositores al Teletón, este tecleador astuitero toma nota y agradece la sensibilidad de Carlos. Pero ello no implica compartir la división entre tuiteros buenos y malos, y el tono de confrontación. Toda amenaza e insulto es reprobable, pero también ha de recordarse que el discurso del odio ha sido principalmente impulsado desde los grandes medios de comunicación que se han convertido en voceros de una parte del país y ofensores del otro segmento. Pero, bueno, esta es una opinión, como las de Loret de Mola, y pueden debatirse sin violencia ni exabruptos... Un tufo hildebrándico acompaña los fallidos esfuerzos de Gobernación por declarar ganador del gran negocio de la compra del software que se usará en las cédulas de identidad felipistas. Ayer, por quinta ocasión, Bucareli postergó el anuncio del fallo. Según eso, será este lunes... Y, mientras hoy se resuelve la estratégica solicitud de recurso de amparo presentada por trabajadores del SME contra el decreto felipista de desaparición de Luz y Fuerza del Centro, ¡feliz fin de semana, con Obama patinando para recibir premios de paz cuando alienta guerras (o golpes hondureños pacíficos)!
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