Los panistas también entran y salen por las coladeras
El Partido Acción Nacional (PAN) antiguo duró de 1939 a 1989, cuando
empezaron a ganar “el poder que corrompe y el poder absoluto corrompe
absolutamente”, como sentenció Lord Acton. Carlos Castillo Peraza fue el
más inteligente y preparado políticamente de los neopanistas
(1947-2000), y a los desbocados, que tuvieron de padrino al nefasto
Fernández de Cevallos, alias el Jefe Diego, pero del cártel de la
corrupción de Acción Nacional desde ese 1989 a este 2013, les advirtió
que “no fueran a ganar el poder y a perder el partido”. Esos derechistas
ganaron el poder empezando por la gubernatura de Baja California
(1989-1995), cuando el perverso Salinas, desde Los Pinos, transó con
ellos; pero han destruido al PAN. Los neopanistas sólo han servido para entrarle a todas las modalidades de la corrupción. Y llevan 24 años entrando y saliendo de las coladeras
como las ratas, amasando fortunas y privilegios, excretando sobre el
PAN que fundó Gómez Morín con otros opositores a Lázaro Cárdenas, y que
condenaron la Expropiación Petrolera, pero no eran tan rateros…
Las raíces de la neocorrupción de los neopanistas, tras la muerte de Castillo, están en los
Diego Fernández de Cevallos y en todas las transas que no parecen
culminar con Gustavo Madero –quien se cree su tío-abuelo Francisco I
Madero– y su pandilla, enfrentados a los cárteles de los Calderón, los Cordero y no pocos de los que aparecen en el libro Los panistas: quiénes son, dónde están, qué representan, de Mireya Cuéllar, entre los que están senadores, diputados federales, desgobernadores y los que han pescado
cargos en la Presidencia de nuestra vapuleada República (cada vez más
como aquella de Roma que viró al militarismo): como Lozano Gracia,
puesto en la Procuraduría General de la República como concesión de
Zedillo a Fernández de Cevallos que litigaba asuntos con el favor de
Salinas; y como no salía de Los Pinos le apodaron Ardilla. Les
atrajo el poder para saquear el dinero del pueblo, el de los ciudadanos
que votaban por el PAN y los que todavía lo siguen haciendo.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) había cargado con toda
la corrupción desde que asumió la Presidencia el señor Miguel Alemán, y
cuando éste fundó al PRI como tal, las raterías duraron 54 años
(1946-2000): Salinas con el robo de la Partida Secreta, entre otros;
Zedillo con el del Fondo Bancario de Protección al Ahorro; y ambos con
lo que sacaron de las privatizaciones, que ahora también quiere Peña al
pretender privatizar Petróleos Mexicanos. Para descargo del PRI, en 12
años los del PAN se llevaron lo que quisieron, ensangrentaron al país
con más de 100 mil homicidios, quebraron la economía pública, vaciaron
las arcas y dejaron a la nación, con este año del peñismo, en el
desastre total y la crisis general que empezará en 2014. Lo más reciente
de la corrupción neopanista es la red de coladeras por donde transitan los del cártel del legislador Luis Alberto Villarreal (ver la nota de la reportera Verónica Ayala en Reforma, 26 de noviembre de 2013), donde aparecen los primeros seis roedores que cobran su mochada de la corrupción. Los del Partido de la Revolución Democrática andan en las mismas. Así que los tres partidos nadan de a muertito sobre el fango de la corrupción. El PAN lleva la delantera con los neopanistas, que salen de las atarjeas y apestan a podrido.
*Periodista
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