Ayotzinapa, terror clasista
Por Carlos Fazio | La Jornada
Regeneración, 13 de octubre de 2014.-Fue un crimen de Estado. Los hechos de Iguala, donde seis personas fueron asesinadas, tres de ellas estudiantes,
hubo 20 lesionados −uno con muerte cerebral− y resultaron
detenido-desaparecidos de manera forzosa 43 jóvenes de la Escuela Normal
Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, configuran crímenes de lesa humanidad.
Como tantas veces antes desde 1968, asistimos a una acción conjunta, coludida, de agentes del Estado y escuadrones de la muerte, cuya
misiónes desaparecer lo disfuncional al actual régimen de dominación. La figura de la desaparición, como instrumento y modalidad represiva del poder instituido, no es un exceso de grupos fuera de control, sino una tecnología represiva adoptada racional y centralizadamente que, entre otras funciones, persigue la diseminación del terror.
Ante la gravedad de los hechos y el escrutinio mundial, autoridades estatales y federales han venido posicionando mediáticamente la hipótesis del
crimen organizado y las fosas comunes, coartada que de manera recurrente ha sido utilizada como estrategia de desgaste, disolución de evidencias y garantía de impunidad. Una lógica perversa que, en el caso de Iguala, busca difuminar responsabilidades y encubrir complicidades oficiales, y juega con el dolor de los familiares de las víctimas y sus compañeros. Como dicen las madres y los padres de los 43 desaparecidos,
las autoridades andan buscando muertos, cuando lo que queremos es encontrar a nuestros muchachos vivos.
No es creíble que los hechos hayan respondido a una acción inconsulta de un grupo de efectivos policiales. Resulta en extremo sospechoso que desde un principio no se contemplara la cadena de mando en el marco del Operativo Guerrero Seguro, y que incluso se facilitaran las fugas del director de seguridad pública, Francisco Salgado Valladares, y de su jefe, el alcalde con licencia José Luis Abarca.
Dieciséis de los 22 policías municipales procesados dieron positivo en la prueba de rodizonato de sodio −es decir, dispararon sus armas− y podrían ser los autores materiales de los asesinatos. Falta saber quiénes son los responsables intelectuales y cuál fue el verdadero móvil de los hechos, incluidas las 43 detenciones-desapariciones forzadas.
Según consignó Vidulfo Rosales, abogado del Centro de Derechos Humanos
de la Montaña Tlachinollan, las autoridades ministeriales no
procedieron a practicar un interrogatorio profesional y exhaustivo que
diera elementos para localizar con prontitud a los jóvenes
detenido-desaparecidos. Agentes del Ministerio Público actuaron con
negligencia e insensibilidad y podrían resultar cómplices en la acción
de manipular evidencias y enturbiar los hechos. Amnistía Internacional calificó la investigación judicial de
Hubo uso desproporcionado de la fuerza coercitiva del Estado. Hay que insistir en la cadena de mando. Los hechos ocurrieron en presencia de la policía estatal y federal y de los agentes del Cisen (la policía política del régimen). Pero también de elementos del batallón de infantería número 27, que depende de la 35 Zona Militar. En particular, del denominado Tercer Batallón, unidad de fuerzas especiales a cargo, entre otras, de las tareas de inteligencia. Ambos batallones tienen sus cuarteles en Iguala. Además de que en ese estado existen bases de operación mixtas.
Entre la primera y segunda balacera el Ejército dejó pasar tres horas. ¿Por qué? Como denunció Omar García, representante del comité estudiantil de Ayotzinapa, luego de ser agredidos a balazos por la policía municipal,
En Guerrero, el control territorial lo tiene el Ejército. Un ejército que actúa bajo la lógica de la contrainsurgencia −es decir, del
Existen indicios que sugieren el montaje de una gran provocación. Pudo tratarse de un crimen mayor para ocultar otro: la ejecución extrajudicial de 22 personas por el Ejército en Tlatlaya, estado de México, y el encubrimiento de los responsables. Desde 2006 las fuerzas armadas han venido exterminando
caótica y hostilhacia los familiares y compañeros de las víctimas.
Hubo uso desproporcionado de la fuerza coercitiva del Estado. Hay que insistir en la cadena de mando. Los hechos ocurrieron en presencia de la policía estatal y federal y de los agentes del Cisen (la policía política del régimen). Pero también de elementos del batallón de infantería número 27, que depende de la 35 Zona Militar. En particular, del denominado Tercer Batallón, unidad de fuerzas especiales a cargo, entre otras, de las tareas de inteligencia. Ambos batallones tienen sus cuarteles en Iguala. Además de que en ese estado existen bases de operación mixtas.
Entre la primera y segunda balacera el Ejército dejó pasar tres horas. ¿Por qué? Como denunció Omar García, representante del comité estudiantil de Ayotzinapa, luego de ser agredidos a balazos por la policía municipal,
efectivos castrensessometieron a los normalistas. Narró que al hospital Cristina −adonde llevaron al estudiante Édgar Andrés Vargas con un balazo en la boca−
los soldados llegaron en minutos, cortando cartucho, insultando. Nos trataron con violencia y nos quitaron los celulares. Al médico de guardia le prohibieron que atendiera a Édgar.
En Guerrero, el control territorial lo tiene el Ejército. Un ejército que actúa bajo la lógica de la contrainsurgencia −es decir, del
enemigo interno− y vive obsesionado con la presencia de la guerrilla. Por acción u omisión, los mandos castrenses de la zona tienen responsabilidad en los hechos protagonizados por policías y paramilitares de Iguala, además de que quedó demostrada, una vez más, la delegación parcial del monopolio de la fuerza del Estado en un grupo paramilitar y/o delincuencial.
Existen indicios que sugieren el montaje de una gran provocación. Pudo tratarse de un crimen mayor para ocultar otro: la ejecución extrajudicial de 22 personas por el Ejército en Tlatlaya, estado de México, y el encubrimiento de los responsables. Desde 2006 las fuerzas armadas han venido exterminando
enemigosen el marco de un Estado de excepción permanente de facto. Los hechos de Iguala confirman la regla: fue un crimen de Estado. La Secretaría de la Defensa Nacional mintió en el caso Tlatlaya; todas las autoridades pueden estar mintiendo ahora. ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
http://regeneracion.mx/opinion/ayotzinapa-terror-clasista/
https://www.youtube.com/watch?v=CnBWFjODLU4
Publicado el 13/10/2014
La renuncia de Ángel Aguirre al
cargo de gobernador de Guerrero debe ocurrir en los próximos días, "no
por lo que dicen los ‘opino-tecnócratas’, sino porque este es un asunto
de dignidad", coincidieron esta mañana los analistas Denise Dresser y
Sergio Aguayo, durante la Mesa Política de MVS. “Por un mínimo respeto
del PRD a los normalistas desaparecidos, Aguirre debe irse (...) Si no
renuncia, la izquierda seguirá contribuyendo a solapar crímenes contra
ciudadanos", subrayó Dresser. Aguayo agregó que es “inconcebible" que el
gobernador esté siendo protegido por el PRD, cuyo dirigente (Carlos
Navarrete) "pidió perdón”. Para el Dr. Lorenzo Meyer, la renuncia de
Aguirre no es suficiente para redimir al PRD;
cargo de gobernador de Guerrero debe ocurrir en los próximos días, "no
por lo que dicen los ‘opino-tecnócratas’, sino porque este es un asunto
de dignidad", coincidieron esta mañana los analistas Denise Dresser y
Sergio Aguayo, durante la Mesa Política de MVS. “Por un mínimo respeto
del PRD a los normalistas desaparecidos, Aguirre debe irse (...) Si no
renuncia, la izquierda seguirá contribuyendo a solapar crímenes contra
ciudadanos", subrayó Dresser. Aguayo agregó que es “inconcebible" que el
gobernador esté siendo protegido por el PRD, cuyo dirigente (Carlos
Navarrete) "pidió perdón”. Para el Dr. Lorenzo Meyer, la renuncia de
Aguirre no es suficiente para redimir al PRD;
“la herida ya quedó”, dijo.
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