Pretender el triunfo electoral con una alianza que ideológicamente confunde
y con la selección de un candidato mediáticamente posicionado.
Adolfo Orive
El miércoles 31 de octubre, los dirigentes del PRD —Jesús Zambrano,Miguel
Barbosa y Dolores Padierna—, y del Movimiento Ciudadano —Ricardo
Mejía—, acordaron establecer una alianza legislativa y política de largo
plazo, que conforme un frente durante todo el sexenio, con los dirigentes del
PAN —Gustavo Madero, Ernesto Cordero yAlberto
Villarreal— con la intención de oponerse sistemáticamente a lo que todos
ellos denominaron el regreso del autoritarismo, la corrupción y las prácticas
clientelares del PRI. Mi primera crítica a ese acuerdo la haré como ciudadano:
¿qué ya se olvidó que el gobierno panista ha estado impregnado de
autoritarismo, corrupción y prácticas clientelares? La realidad es que esas
tres epidemias sociopolíticas han devastado al pueblo mexicano desde hace
décadas en todo el territorio nacional.
En voz del coordinador de sus senadores —Manuel Bartlett—, el
Partido del Trabajo se deslindó de la alianza a largo plazo del PRD-MC-PAN por
ser un viraje a la derecha con un partido que, en el caso de la reforma
laboral, aprobó la parte medular de esa legislación —la afectación severa del
ingreso y los derechos de los trabajadores, mediante las nuevas modalidades de
contratación—, tapándole a la opinión pública esa afectación con la cortina de
humo del voto secreto y la transparencia en los sindicatos, como lo hicimos
saber en varias entrevistas el senador Bartlett y el suscrito.
Lo que hace la diferencia entre los partidos de izquierda y el PRI y el PAN es
que desde hace casi 30 años estos últimos le han impuesto al pueblo mexicano el
modelo neoliberal, y es respecto a éste que nos debemos diferenciar.
Como lo apuntó Rolando Cordera el lunes 15 de octubre: el
pragmatismo de la izquierda la ha desdibujado ante la ciudadanía, sobre todo
cuando se tejen alianzas inesperadas contra natura. “El PRD —afirma el profesor
emérito de la UNAM— tiene que crecer y buscar la constitución de un frente de
izquierda poderoso, aun con las masas detrás de López Obrador… y
avanzar en la elaboración de un programa real y efectivo que no sea sólo
testimonial”. A un frente así le dimos nacimiento el 28 de agosto en la Cámara
de Diputados y luego el Frente Legislativo Progresista se firmó también en la
Cámara de Senadores. Un frente con comisiones coordinadoras del trabajo
legislativo de los tres partidos —PRD, PT y MC— y con una agenda programática
que se presentaría ante la ciudadanía como un proyecto de nación alternativo al
proyecto neoliberal de la derecha y que, además, le arrebataría al PRI y al PAN
la determinación de la agenda nacional.
Los nueve ejes programáticos son los siguientes: 1) seguridad, procuración
e impartición de justicia; 2) nueva economía, soberanía energética y desarrollo
sustentable; 3) reforma hacendaria; 4) educación, ciencia y tecnología para el
desarrollo; 5) estado de bienestar social y democrático de derecho; 6) nuevo
régimen político y reforma electoral; 7) democratización de los medios de
comunicación; 8) combate a la corrupción; y 9) soberanía nacional y nueva
relación con el mundo.
Es definitivamente una señal política contradictoria para los integrantes
del PRD y para la ciudadanía el que sus dirigentes opten por promover una
alianza de largo plazo con el PAN en lugar de fortalecer el Frente Legislativo
de las Izquierdas, haciendo valer sus comisiones coordinadoras y su agenda
legislativa en el trabajo cotidiano del Congreso. El llevar a los hechos, semana
tras semana, el Frente Legislativo Progresista nos permitiría a las izquierdas
ir construyendo confianza entre los actores de los tres partidos, así como las
estructuras necesarias para presentarnos unidos con mensajes claros y
propositivos en la nueva agenda —no solamente contestatarios— ante la
ciudadanía no sólo en las elecciones del año próximo, sino en la forma de
gobernar las entidades ya ganadas a través de una matriz de políticas públicas
reconocida como de izquierda por la ciudadanía.
¿Por qué no, también, pensar en ganar futuras elecciones haciendo trabajo
territorial en los distritos marginados en los que nos ganaron el PRI y el PAN
en 2012, por nuestra incapacidad para convencer a los ciudadanos de que su
camino es con la izquierda y no con la derecha, por más que ésta gane sus
decisiones con programas asistencialistas? Lo anterior, en lugar de pretender
el triunfo electoral con una alianza que ideológicamente confunde y con la
selección de un candidato mediáticamente posicionado. De los 52 distritos
federales clasificados con mayor grado de complejidad por el IFE, el 1 de julio
el PRI nos ganó 39 y el PAN cuatro. Están localizados, principalmente, en
Chiapas, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Michoacán, Nuevo León, San Luis Potosí,
Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas. Lorenzo Meyer apuntó
la necesidad de ganar territorio en su artículo del pasado 1 de noviembre.
Si la derecha de la izquierda se propone ganar el poder para administrar
menos inequitativamente el modelo neoliberal, la izquierda de la izquierda debe
proponerse la construcción de una economía, una sociedad y un Estado que, aún
siendo hegemónicamente capitalistas, transformen el modelo neoliberal en uno
que actualice los postulados claramente definidos en la Constitución de 1917,
presentándonos ante la ciudadanía como una izquierda unida con un programa
claramente definido y explicado, pero, sobre todo, distanciado de la derecha.
2012-11-04 00:00:00
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