Calderón: uno más de los presidentes del montón
Con fanfarrias peñistas y cuentas alegres, gozoso de sus iniciativas “preferentes”, Calderón se hace el gracioso pidiendo que le canten Las golondrinas para emprender la huida. Su mal gobierno fue un desastre que permitió a los empresarios llevarse las ganancias. Y que sus incondicionales se batieran de corrupción. Deja 50 millones de pobres; 20 millones en el desempleo; de ellos, 14 millones en el comercio informal, la piratería china y las actividades callejeras (sin contar a los que roban, no a los Slim, sino a los pobres que andan por las calles o les asaltan sus hogares). Incumplió con la mayoría de las obligaciones del máximo poder que representa el presidencial y deja al país en la peor inseguridad, pues su fallida estrategia de guerra activó más la rebelión de las delincuencias, que dejó miles de homicidios.
Calderón fue un presidente más del montón. No gobernó en
beneficio del pueblo como manda la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Sólo favoreció a los ricos con vítores a la
globalización del libre mercado y sus oleadas de capitalismo salvaje que
explota a los trabajadores, encarece productos, baja salarios y reduce
atenciones sociales de toda especie. El foxismo inició el relajamiento
político y la corrupción panista, Calderón los llevó al extremo. Sus
amigos en los cargos fungieron como cómplices. Intentó hacer candidato
presidencial a un gachupín naturalizado mexicano, al que ahora
hacen homenajes post mórtem, privado de la vida sospechosamente, como
uno de sus cinco secretarios de Gobernación, ambos casos guardados en
secreto.
Reñía con senadores y diputados, incluso de su propio partido, por
lo cual hubo una tensión estéril en el primer período legislativo.
Maniobró para imponer candidato a la sucesión presidencial, pero la
mayoría de los consejeros panistas prefirieron a Josefina y ésta fue
sometida por los calderonistas. Mientras combatía ferozmente a López
Obrador, inició componendas para ayudar a Peña como candidato del
Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia, y con el
Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, Televisa y Tv Azteca lo coronó. Éste ahora le paga los
favores, dejando que promulgue una reforma-contrarreforma laboral que
hace más poderosos a los patrones en perjuicio de los trabajadores.
Un presidente del montón, junto a los Pedro Vélez,
Melchor Múzquiz, José Justo Corro; otro Echeverría, como el nefasto
Luis, llamado Francisco Javier; Valentín Canalizo o Manuel María
Lombardini… Larga lista a la que se suma Calderón. Y como en nuestro
país el juicio político es un adorno constitucional (salvo Benito Juárez
que procesó a Santa Anna), Calderón se va con toda la impunidad que le
ha prometido Peña. Pero debe ser sentado en el banquillo de los
acusados para que responda de sus actos y omisiones. Sólo en la Corte de
La Haya se presentó una denuncia para que dé cuenta y razón de los
miles de homicidios, y los costos de su “guerra” que tiene al país al
borde del golpismo si se le ocurre a un coronel o general aprovecharse
de la ocasión… Se va Calderón dejando una nación en crisis general, que
si Peña no soluciona, tendrá un desenlace mucho muy grave.
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