Niegan la libertad a documentalista que ha demostrado con imágenes su inocencia
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Lunes 10 de diciembre de 2012, p. 5
Lunes 10 de diciembre de 2012, p. 5
Manifestación afuera del penal de Santa Martha AcatitlaFoto Víctor Camacho
La videocámara del fotorreportero freelance
Alejandro Sandino Jaramillo Rojas se mueve durante 15 minutos
ininterrumpidos frente al contingente de policías que avanzan y luego
retroceden desde el Eje Lázaro Cárdenas hacia la explanada de Bellas
Artes. Por su lente cruzan decenas de jóvenes. Algunos, en efecto,
arrojan objetos contra los granaderos. La mayoría no. Uno, fuera de
cámara, grita:
Jaramillo, sin dejar de registrar la escena, avanza de nuevo hacia la
avenida para acercarse a donde los agentes, al parecer, han detenido a
un muchacho alto. En el fragmento de esta grabación que La Jornada exhibe en su portal online,
se ve cómo los policías se dirigen hacia el camarógrafo, que empieza a
perder el control. Alguien jalonea la cámara. Se oye a Alejandro Sandino
gritar: “¡Aguanten, jefe!, ¡yo estoy grabando, jefe! ¡Yo…!”. Se corta
la escena.¡No me dejan protestar, carnal; quiero protestar!
En ese momento fue detenido, mientras registraba en video los hechos del primero de diciembre. Documentalista de redes sociales, egresado del Faro de Oriente de Iztapalapa y estudiante de francés en el Cecyt 13, su intención era, según dijo a La Jornada en entrevista telefónica desde el penal,
hacer un registro, como ciudadano y como comunicador. También filmaba para proteger compañeros que pudieran ser reprimidos, para correr el material en las redes sociales.
Hoy fue uno de los 13 hombres que no han sido liberados del Reclusorio Norte hasta ahora, en lo que su abogado Sergio Soto Nájera calificó como
una gravísima violación al debido proceso, ni él, su familia o la defensa conocen la razón.
Señala el penalista Soto:
Yo estaba seguro, al 100 por ciento, que le iban a dar el auto de libertad. Las pruebas de su inocencia son contundentes.
Explica:
Su principal prueba de descargo contra la acusación de ataque a la paz pública es ese material en video, que demuestra que él no estaba haciendo en el lugar de los hechos otra cosa más que cumplir con su función periodística. La única prueba acusatoria, hasta donde sabemos, es una foto fija que demuestra que él sí se encontraba entre los manifestantes. Eso es algo que nosotros no estamos negando. Él sí estuvo ahí, tomando fotos y grabando. Incluso en la agencia 50 del Ministerio Público retuvieron sus cámaras. Ambas fueron entregadas posteriormente a su madre. Y con esas pruebas ella acudió a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, para levantar una queja por violación a la libre expresión. La CDHDF no registró este antecedente; ahora debe hacerlo.
Al igual que los demás abogados defensores de los 14 que quedaron recluidos, Soto Nájera no ha tenido acceso al expediente penal del fotorreportero,
algo que no me había sucedido en 22 años de litigar. Los detenidos que no obtuvieron ayer su libertad fueron citados el domingo a las 5 de la madrugada a la rejilla de prácticas del juzgado 47.
Les querían hacer firmar un auto de formal prisión. Ellos se negaron. Pero hasta ahora todos desconocemos si la jueza reclasificó el delito que se les imputa o no, o si se abrió otra averiguación previa. Y los abogados no lo sabemos porque hay una valla de granaderos que impide acercarnos al juzgado.
Apenas el jueves a medianoche, Sandino se escuchaba optimista al teléfono.
Ese día no iba a ir a la marcha porque tenía clase de francés. Pero cuando escuché que ya había heridos pedí permiso al maestro y fui. Eso hago, documentar esas cosas. Me pareció que ese era mi lugar.
Y estuvo en el Monumento a la Revolución, en Izazaga, Balderas, Zócalo y de ahí hasta Bellas Artes, sorteando pedradas, fotografiando, grabando, haciendo lo suyo.
En el momento de la detención, explica Jaramillo, los policías intentaron arrebatarme las cámaras.
Forcejeamos pero sólo arrancaron las correas. No me quitaron los aparatos.
–¿Y crees que sales libre este domingo?
–No sé, creo que sí. Quién sabe.
Ayer, cuando supieron que no iban a salir libres y que tendrán que enfrentar un proceso penal largo desde la cárcel, Sandino y César Llaguno, el joven bolero que fue
levantadoen la explanada de Bellas Artes, que era su lugar de trabajo, aún con grasa en las manos, lloraban devastados y se abrazaban al profesor Enrique Rosales, que intentaba consolarlos a pesar de que él enfrenta la misma irregularidad.
En mi opinión, los casos de Sandino y el bolero Llaguno son paradigmáticos de este maxiproceso vergonzoso, opina Soto.
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