El turno es para Lozoya (antes fue Peña y después Videgaray)
I. No pocos títulos, premios y hasta
concursos de belleza se gestionan mediante favores o se compran en una
maniobra para que los agraciados adquieran artificialmente notoriedad
con cualidades de las que carecen. Es un poco como el dicho de: los montan tiernos y los vuelven pandos. A Peña, en menos de 1 año lo hicieron “estadista del año”. Pero no ha mostrado ni una migaja de esa madera política. Luego, le compraron la portada de la revista de circulación restringida Time,
y su rostro apareció en ella con la leyenda: “Salvador de México”; lo
que se prestó a infinidad de caricaturas. Algunas mujeres de la porra que tuvo desde que era precandidato y ya siendo candidato, le gritaban: “¡Hazme un hijo!”, asegurando que es carita. Y la verdad que hay testimonios de que es un don Juan mexiquense. Y como no podía quedarse atrás su secretario de Hacienda y Crédito Público (y chicharito en la oreja peñista), a Videgaray le consiguieron que lo designaran el “secretario de finanzas del año”. A Chuayffet todavía lo nombran el Vasconcelitos,
por sentarse ante el escritorio que fue del oaxaqueño José Vasconcelos,
cuando Álvaro Obregón lo nombró en la Secretaría de Educación; y en
verdad repartió libros que elevaron la cultura de muchos mexicanos. Y a
Osorio Chong no lo han catalogado como el Mago de los enredos en la Secretaría de Gobernación ni Demóstenes hidalguense por sus discursos entrecortados y temblorosos.

El resto, un montón de rateros y
desnacionalizados desde 1824.
III. Así que el “ejecutivo petrolero del año” se anda pavoneando con el título que le compraron o gestionaron para echarle aire y que se sienta como un pavorreal. Esperemos a que el resto de los empleados peñistas reciba su merecido con nombramientos de a tanto más cuanto…
Pero de esos títulos no vive el país que sigue sumido en la depresión
económica y la corrupción e ineptitud de funcionarios. Serán
“estadistas”, “ejecutivos petroleros” y “grandes financieros”, pero el
país va al garete y Peña como si nada, flotando en la aureola
que le hizo la revista estadunidense. Estamos peor que con Calderón y
Fox. Y vamos para peor. Esperemos que no nombren al comisionado de
Michoacán como el nuevo Nerón y se alegre de que la entidad se siga incendiando.
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