AMLO y la transformación de México
Adolfo Orive 20 NOV. 2011
Urge la transformación de la realidad para sacar a millones de la pobreza.
El pasado 15 de noviembre las izquierdas determinamos —por medio de sondeos— que Andrés Manuel López Obrador será nuestro candidato a la Presidencia de la República para el proceso electoral del año próximo. Fueron dos encuestadoras que, como consecuencia de entrevistar a seis mil ciudadanos en el país, concluyeron que AMLO es el preferido respecto a Marcelo Ebrard en tres de las cinco preguntas que se hicieron: 1) por quién de los dos votaría; 2) por quién de los dos votaría en la presencia de seis precandidatos de diversos partidos, y 3) a quién preferiría de los dos como Presidente de la República. Los resultados de las encuestas expresan con seguridad la opinión de la mayoría de los mexicanos visitados por AMLO en los dos mil 456 municipios del país durante estos cinco años, así como la nueva opinión de los mil 200 empresarios de Monterrey —convocados por el ingeniero Alfonso Romo, hace un mes, a reunirse con él— e incluso del presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Mario Sánchez Ruiz, conforme a su opinión pública vertida anteayer.
Para ponerlo en las palabras de Arundhati Roy —la voz internacional progresista e “Indignada” más reconocida de India—, el proyecto alternativo que propone López Obrador consiste, “no en luchar para reformar un sistema que manufactura desigualdad, sino en sustituirlo”; sustituir “el American way of life”, que hace equivalente el consumismo con la felicidad y la realización, por un modelo mexicano que responda a las necesidades de las clases populares, de las clases medias y de los empresarios productivos y nacionalistas. Estamos convencidos que si Vicente Fox pudo quitarle a Francisco Labastida los 20 puntos que le llevaba exactamente hace 12 años, con la necesidad de “sacar al PRI de Los Pinos”, ahora López Obrador podrá quitarle esa misma diferencia a Peña Nieto cuando la inmensa mayoría de los mexicanos —trabajadores, empresarios, campesinos, profesionistas, empleados, estudiantes— se den cuenta que con su voto pueden transformar a México eligiendo a López Obrador, Presidente de la República.
Urge la transformación de la realidad mexicana para sacar a millones de la pobreza; para que encuentren empleo los millones de desempleados; para que ya no laboren más personas en la economía subterránea —y, por lo tanto, sin prestación laboral alguna y ganando menos de dos salarios mínimos— que en el sector formal; para que los pequeños, medianos e incluso grandes empresarios nacionalistas puedan hacer productiva la industria, la agricultura, el turismo y el comercio, desarrollando el mercado interno; para que no haya 7.8 millones de jóvenes de 12 a 29 años que ni tienen la oportunidad de estudiar ni tienen la oportunidad de trabajar; para que no tengan que morir decenas de miles de mexicanos por un combate equivocado al crimen organizado; para transformar la corrupción que impera en los gobiernos priistas y panistas; por la honestidad que pregonó Benito Juárez, y para que podamos sustituir la cultura invasora del “American way of life” por una cultura mestiza sustentada en nuestras raíces históricas.
El estudio de Latinobarómetro, publicado en octubre pasado, mostró que el apoyo a la democracia en nuestro país registra una baja de nueve puntos porcentuales en el último año, lo que expresa el que los mexicanos externen cada vez menos confianza hacia el tipo de gobierno que nos rige. Ya ni siquiera en el ámbito de la esperanza la gente encuentra cierto alivio: el mencionado estudio indica que menos de 40% cree que su situación económica pueda mejorar en este país. El 85% de los encuestados sostiene que el ingreso generado en la nación se reparte inequitativamente y 83% considera que se gobierna para el bien de una minoría. Tanto los datos objetivos sobre la realidad, como las percepciones que de ella tienen la mayoría de los mexicanos, nos confirman que el sistema económico, social y cultural vigente en México ya se agotó.
María de las Heras realizó una encuesta con motivo de los cien años de que la Revolución iniciada por Madero expulsó a Porfirio Díaz del país. En la encuesta telefónica —y, por lo tanto, con una menor participación de las clases populares—, 47% de los entrevistados piensa que hay que buscar una tercera vía que no sea ni la emprendida por los gobiernos priistas de los llamados regímenes de la Revolución, ni por los gobiernos priistas y panistas neoliberales. Es esta tercera vía la que está plasmada en el proyecto alternativo que sigue construyendo López Obrador en su diálogo constante con los mexicanos, ya sean integrantes de las clases populares, de las clases medias o de los empresarios productivos y nacionalistas. Es el proyecto incluyente del Movimiento Progresista —integrado por el PT, el PRD y el Movimiento Ciudadano y apoyado por Morena— que presentaremos ante la ciudadanía como único camino para transformar a México; camino alternativo que, por los intereses que representan, no pueden emprender ni el PRI ni el PAN. Hace 43 años escribí que “para que el país sea transformado profundamente se requiere que el pueblo rija sus propios destinos”. El 1º de julio de 2012 el pueblo mexicano lo puede lograr votando por
Andrés Manuel López Obrador.
Para ponerlo en las palabras de Arundhati Roy —la voz internacional progresista e “Indignada” más reconocida de India—, el proyecto alternativo que propone López Obrador consiste, “no en luchar para reformar un sistema que manufactura desigualdad, sino en sustituirlo”; sustituir “el American way of life”, que hace equivalente el consumismo con la felicidad y la realización, por un modelo mexicano que responda a las necesidades de las clases populares, de las clases medias y de los empresarios productivos y nacionalistas. Estamos convencidos que si Vicente Fox pudo quitarle a Francisco Labastida los 20 puntos que le llevaba exactamente hace 12 años, con la necesidad de “sacar al PRI de Los Pinos”, ahora López Obrador podrá quitarle esa misma diferencia a Peña Nieto cuando la inmensa mayoría de los mexicanos —trabajadores, empresarios, campesinos, profesionistas, empleados, estudiantes— se den cuenta que con su voto pueden transformar a México eligiendo a López Obrador, Presidente de la República.
Urge la transformación de la realidad mexicana para sacar a millones de la pobreza; para que encuentren empleo los millones de desempleados; para que ya no laboren más personas en la economía subterránea —y, por lo tanto, sin prestación laboral alguna y ganando menos de dos salarios mínimos— que en el sector formal; para que los pequeños, medianos e incluso grandes empresarios nacionalistas puedan hacer productiva la industria, la agricultura, el turismo y el comercio, desarrollando el mercado interno; para que no haya 7.8 millones de jóvenes de 12 a 29 años que ni tienen la oportunidad de estudiar ni tienen la oportunidad de trabajar; para que no tengan que morir decenas de miles de mexicanos por un combate equivocado al crimen organizado; para transformar la corrupción que impera en los gobiernos priistas y panistas; por la honestidad que pregonó Benito Juárez, y para que podamos sustituir la cultura invasora del “American way of life” por una cultura mestiza sustentada en nuestras raíces históricas.
El estudio de Latinobarómetro, publicado en octubre pasado, mostró que el apoyo a la democracia en nuestro país registra una baja de nueve puntos porcentuales en el último año, lo que expresa el que los mexicanos externen cada vez menos confianza hacia el tipo de gobierno que nos rige. Ya ni siquiera en el ámbito de la esperanza la gente encuentra cierto alivio: el mencionado estudio indica que menos de 40% cree que su situación económica pueda mejorar en este país. El 85% de los encuestados sostiene que el ingreso generado en la nación se reparte inequitativamente y 83% considera que se gobierna para el bien de una minoría. Tanto los datos objetivos sobre la realidad, como las percepciones que de ella tienen la mayoría de los mexicanos, nos confirman que el sistema económico, social y cultural vigente en México ya se agotó.
María de las Heras realizó una encuesta con motivo de los cien años de que la Revolución iniciada por Madero expulsó a Porfirio Díaz del país. En la encuesta telefónica —y, por lo tanto, con una menor participación de las clases populares—, 47% de los entrevistados piensa que hay que buscar una tercera vía que no sea ni la emprendida por los gobiernos priistas de los llamados regímenes de la Revolución, ni por los gobiernos priistas y panistas neoliberales. Es esta tercera vía la que está plasmada en el proyecto alternativo que sigue construyendo López Obrador en su diálogo constante con los mexicanos, ya sean integrantes de las clases populares, de las clases medias o de los empresarios productivos y nacionalistas. Es el proyecto incluyente del Movimiento Progresista —integrado por el PT, el PRD y el Movimiento Ciudadano y apoyado por Morena— que presentaremos ante la ciudadanía como único camino para transformar a México; camino alternativo que, por los intereses que representan, no pueden emprender ni el PRI ni el PAN. Hace 43 años escribí que “para que el país sea transformado profundamente se requiere que el pueblo rija sus propios destinos”. El 1º de julio de 2012 el pueblo mexicano lo puede lograr votando por
Andrés Manuel López Obrador.
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