Resultado de un “chiste” vil: #occuppyplatanitoshow
Ningún #occuppy ha sido tan radical en sus resultados como el que ha logrado que, pese a las disculpas, sacaran del aire el programa del Platanito Show en Tele Hit. Un triunfo de las redes sociales, sin duda, que impulsaron esta, como si dijéramos, especie de ocupación. Y merecido lo tiene el payaso, por la ocurrencia tan vil de procurar hacer chistes con una tragedia tan dolorosa.
Casi sorprende que un caso así tenga resultados tan drásticos. En cambio, el escándalo de la ignorancia de Peña Nieto sobre libros, precios del mercado y salarios, no tuvo ningún impacto en los porcentajes del candidato con todo y el furor de las redes. Apenas migajas le quitaron, dicen las encuestas (no sabemos qué tan “cuchareadas” estén y si se mantendrá el aserto). Claro, la diferencia es el poder. A Platanito le pagaba televisa. A televisa le paga Peña Nieto y el PRI.
Una consideración sobre la libertad de expresión. Algunos criticaron que se censurara a Platanito. Otros argumentaron doble moral. Otros… La libertad del payaso sería defendible, incluso la de expresarse como lo hizo, si en vez de ofrecer disculpas se comporta abiertamente cínico (como el boxeador de los calzones del PRI ante el IFE, donde argumentó un espíritu inflamado de conciencia social pero también de ignorancia electoral), y sostiene firmemente su actuación. Que hubiera sido radical aun al momento de asumir las consecuencias. De todas maneras lo iban a despedir. Así que él mismo no supo defender su propia ocurrencia.
Última consideración. Si bien esta suerte de #Occuppyplatanitoshow tuvo el éxito que ningún otro #Occuppy o movimiento indignado del mundo (no hablo de los árabes), el argumento de fondo es el que correctamente ha señalado Julio Hernández en su columna Astillero. La indignación de las redes sociales tenía causa justa y clamó justicia contra el payaso en cuestión hasta conseguirla. Sin embargo, a final de cuentas, el asunto continúa en el silencio y se incorpora gradualmente a la normalidad de la desmemoria colectiva porque en realidad nunca creció, porque nunca encontró adherentes en la sociedad (y quizá las redes no han sido asimismo radicales como en el caso Platanito), el clamor de los padres de familia del caso ABC por alcanzar justicia al fin.
La injusticia es lo que impera en este lamentable suceso ABC y en muchos otros del país. Y nadie renuncia, todos prosperan, como vacas lecheras (que al menos dan leche, no como el inútil para la nación, Horcasitas), en su felicidad en engorda. Y allí, en la cuestión tocada equivocadamente por Platanito, el mundo virtual y mucho más la sociedad, han observado, sino silencio, una ausencia de radicalidad. La indignación en México es a medias, cuando mucho. Más un estado anímico que una acción. Por eso las cosas están como continúan.
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