Acopio de marrullerías. Julio Hernández López
EPN y MAM privatizan
CC-AMLO: a lápiz
Diplomacia chilera
VISITA. El vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, se reunió
anoche con empresarios, rectores y académicos, así como con el
presidente Enrique Peña Nieto, para abordar temas de educación y
comercio. En la imagen, en el aeropuerto con el embajador Anthony WayneFoto Francisco Olvera
S
on varios los centros receptores de simulación política que se han
instalado. El más notable de ellos en la Plaza de la Constitución, donde
la noble vocación popular solidaria es ahora utilizada con inocultable
marrullería de baja estofa para continuar con el escamoteo de ese Zócalo
simbólico a manifestaciones de protesta, tanto las magisteriales que
pugnan por reinstalarse allí como la dominical de Morena que partirá del
Ángel de la Independencia para desembocar cuando menos en algún punto
perimetral de la mencionada plaza.
Peña Nieto cumplió con pulcritud marcial el programa conmemorativo del
sismo de 1985, entre clarines y tambores, con la oscuridad matutina como
único acompañante masivo. Aparte, en la Plaza de la Solidaridad, el
jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, desarrollaba su
propio ceremonial. Pero ambas instancias burocráticas convergieron en el
propósito de cerrar el Zócalo a los visitantes políticos indeseados. La
multívoca administración de la ciudad de México había movido pieza
inicialmente, para que no hubiera dudas respecto a la estrategia
compartida con Los Pinos, al anunciar con aires ajenos a cualquier
pretensión de barniz izquierdista que no se permitiría a los profesores
de la CNTE el retorno a la plaza así secuestrada, privatizada. La
siguiente medida conjunta consistió en el anuncio de que la plancha
zocalera sería utilizada para el acopio de víveres y ayudas varias para
los connacionales caídos en desgracia meteorológica. Lamentable
aprovechamiento politiquero de una tarea plausible que pudo haberse
desarrollado en un espacio ajeno al litigio social en curso.
De celebrarse es el llamado que varios respetables personajes de corte
progresista han hecho para que se unan fuerzas en contra de las reformas
propuestas por el grupo que tiene a Peña Nieto a la cabeza. Destacan,
por la fuerza de su autoridad moral y la ausencia de propósitos
electorales en ellos, los nombres de Pablo González Casanova, Miguel
Concha, Miguel Álvarez Gándara y Raúl Vera. Pero es evidente que la
atención se centra en el rencuentro de dos jefes de grupos políticos y
partidistas, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador,
largamente distanciados a causa de anteriores y actuales
posicionamientos.
Una primera impresión es alentadora para la lucha de una izquierda
electoral que vive una inocultable crisis no solamente por la política
de alianzas con el peñismo que ha desarrollado el PRD dirigido por los chuchos y
por la insuficiencia y tibieza de Morena en los difíciles momentos
actuales, sino, en especial, por el despliegue combativo de una
izquierda social que con los profesores de la CNTE como motor ha ido
poniendo de relieve el agotamiento del esquema de la izquierda
institucionalizada.
Pero el boceto de unificación en las cúpulas de la izquierda partidista
no tiene tinta fuerte. Entre líderes, es un juego de apariencias
convergentes, con la vista puesta en objetivos distantes. De un lado se
lanzan redes en busca de sujetar al tabasqueño al rejuego de la
oposición permisivamente posdatada (2015 como punto de quiebre, con una
consulta nacional concurrente con los comicios federales intermedios y
varios de gubernaturas). Aun cuando AMLO había mantenido una postura
seca de rechazo, en los lances defensivos de lo energético, a cualquier
forma de asociación con el perredismo chucho colaboracionista, ahora las circunstancias le llevan a aceptar un entreveramiento desventajoso con el michoacano que ese chuchismoha
puesto como aval práctico (lo declarativo es otra cosa) de su
finalmente aquiescente postura respecto al petróleo y demás temas
energéticos. López Obrador gana, por lo pronto, un respiro de cara al
Zócalo fallido del pasado 8 y a la peculiar marcha
político-cultural-artística de este 22.
Rumbo al nicho de lo picante fue elevado el vicepresidente de Estados
Unidos, Joseph R. Biden, por parte del subsecretario mexicano de
Relaciones Exteriores, Sergio Alcocer, quien hablando obviamente a
nombre de su máximo jefe, EPN, confinó a una condición chilera el
episodio del espionaje gringo al entonces candidato priísta a la
presidencia de la República y a la presidenta de Brasil. Mientras que
ésta ha llevado su exigencia de investigación, castigo y disculpas al
nivel de posponer una visita oficial a Washington, Peña Nieto mantiene
una colonizada postura de aquietamiento a la que el antes mencionado
subsecretario dibujó con maestría doblegada, en una especie de doctrina
Alcocer-EPN:
la relación México-Estados Unidos es muy amplia, madura y diversa. Como toda relación de este tamaño, de esta complejidad, tiene las posibilidades de tener irritantes, pero también tiene la madurez para poderse sobreponer.
Dijo ese funcionario que, en todo caso, el asunto ya había sido tratado
personalmente (lo cual es un alegre y efímero decir) por el presidente
estadunidense y el ocupante de Los Pinos, por lo cual se está en espera
de ver qué resulta de tan poderosa gestión. Mientras tanto, el episodio
que en Brasil genera sismos políticos, acá es visto apenas como un
irritante, es decir, algo temporalmente inflamatorio, un chile acaso picante pero sabroso.
Irritación en las bases y sigilo en las cúpulas en cuanto al movimiento
magisterial. En Gobernación se tiene listo un borrador de acuerdos que
daría satisfacción a algunos de los puntos principales que ha planteado
la más combativa de las secciones del SNTE, la 22 de Oaxaca. Para
avanzar en esos arreglos se requiere que no vuelvan los profesores al
Zócalo y que los líderes estampen sus firmas. Pero el grueso de la
movilización reprocha a esos dirigentes la desatención al ánimo
colectivo de lucha plena y la contención de los deseos de pelear por la
recuperación del Zócalo capitalino.
Y, mientras queda confirmado que el peñismo busca una recomposición
laboral mediante su reforma nada educativa, pero también partidista, al
ordenar la remoción de la indefendible hija de Gordillo de la secretaría
general del Panal, ¡hasta el próximo lunes, con EPN cancelando su viaje
a Nueva York!
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