Huracanes: La misma negligencia
Estragos de la tormenta Manuel en Acapulco, Guerrero. Foto: Eduardo Miranda |
La semana pasada dos huracanes azotaron los estados costeros mexicanos: Ingrid en el Golfo de México y Manuel en el Pacífico. El segundo fue el que más daños causó y vidas humanas cobró. Hasta el jueves 19 los reportes oficiales hablaban de 97 muertos y 68 desaparecidos por el deslave del cerro en la comunidad La Pintada, de Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Una rápida comparación de lo que hoy sucede en Guerrero con lo ocurrido en 1997 (hace 16 años), cuando Paulina azotó al puerto de Acapulco, permite evidenciar la ineficacia de las autoridades en ambos casos. Si bien las cifras cambian, los impactos y las consecuencias son prácticamente los mismos........sigue
http://www.proceso.com.mx/?p=353520
Las lluvias, desgracias para los pobres
Igual
que los indígenas, los campesinos y ejidatarios están abandonados a su
suerte de miseria hoy más que nunca; y sólo son invocados para
recetarles el discurso oficial –ahora el peñista–, llevarlos a votar o
llenar el escenario de las visitas presidenciales. Contrario a estos,
los latifundistas y grandes productores tienen dinero y créditos para
sembrar; y ahora brincan como enanos porque las fuertes lluvias
han llenado las presas hasta casi desbordarse. Hasta tres cultivos están
asegurados para el ciclo en marcha en un país cuya población necesita
urgentemente productos del campo. Y es que se ha estado importando maíz,
frijol, trigo y otras semillas para medio cubrir la demanda nacional, a
precios constantemente al alza que tienen a la economía, otra vez de
los pobres, los que apenas tienen un empleo o sobreviven en la
informalidad, entrando casi a la recesión.
Pero esas lluvias, en muchas partes
del país, torrenciales, han sido la desgracia otra vez de los pobres que
han visto arrasadas sus humildes, si así pueden llamarse, casas, con
sus escasas pertenencias. Allá por Chiapas los indígenas han sufrido
tales consecuencias, no solamente tierra adentro, a donde los han
empujado los ricos y los gobernantes. En el Estado de México, donde
desgobernó Peña y dejó a su cancerbero Eruviel, los pobres, ya
prácticamente en la calle, fueron arrasados por las corrientes de agua,
ríos desbordados y por un drenaje deficiente e insuficiente que se
reventó, dejando aflorar las aguas negras, para completar el dramático cuadro de desgracias. La furia de los elementos y del dios Tláloc
nada hacen a las fortalezas de los ricos, pero parecen bombardeos
contra los pobres a los que, gobernantes ineficaces y un peñismo sin
resultados, tienen en el abandono y el olvido y van con sus grupos de
burócratas levantando censos, cuando a la vista están las calamidades.
Que sea obra de los dioses o
una respuesta del maltrato que le hemos dado a la implacable e infausta
naturaleza, no debería ser pretexto para que los funcionarios (salvo los
bomberos siempre auxiliando), vayan al lugar de los siniestros y
desventuras humanas ¡para tomar nota!, cuando sobre la marcha deberían
estar preparados para actuar con programas eficientes de protección
civil, pues no basta con los escasos lugares para refugiados, al parecer
sin ningún orden. Los alrededores y algunas delegaciones de la capital
del país han sufrido muy graves percances. Pero el desgobernador
mexiquense, el tal Eruviel Ávila, quien sueña con ser el sucesor de Peña
(ya son muchos: Osorio Chong, Videgaray, Chuayffet, o el favorito Luis
Enrique Miranda Ávila, etcétera), ha actuado con tardanza en la atención
a la población, sin importarles a él y al mismo Miguel Ángel Miranda,
del gobierno defeño, los sufrimientos de mexicanos con el agua,
literalmente, hasta el cuello. Estas lluvias torrenciales que benefician
al campo de los inversionistas a lo grande, hicieron que lloviera sobre mojado
sobre la pobreza de 58 millones de mexicanos que, cuando reciben la
miserable ayuda gubernamental, la mayoría de las veces ya es demasiado
tarde.
*Periodista
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