Helicópteros y aviones del gobierno para el buceo de Calderón
El día de hoy nos encontramos con la noticia en el Reforma de que la familia presidencial utilizó un medio de transporte perteneciente a todos los mexicanos para uso personal y recreacional de él y su familia. Se fueron nada más y nada menos que a Cozumel, Quintana Roo, a bucear. Existen varios puntos por lo cual esto puede indignarnos de sobre manera. Muy probablemente a todos nos gustaría tener la posibilidad de darnos un lujo de este tamaño; una vacacioncita a costo del erario público, ¿por qué no?
Imagínense el gasto en pesos y centavos tan sólo de gasolina en este viajecito (de dos helicópteros y un avión de la Fuerza Aérea de nuestro país), y con ello incluso podríamos acongojarnos por el daño ambiental que representa la quema de combustible y el despilfarro que conlleva la recreación de una sola familia mexicana (mientras la mayoría de las familias de este país no pueden ni soñar con irse al estado contiguo a pasar un fin de semana de recreo).
También podríamos indignarnos por los trabajadores y aviadores que en teoría podrían estar realizando tareas más importantes y al servicio de la nación y no de un solo individuo. Y más aparte, qué no es suficiente ya el sueldo de nuestro supuesto presidente para que pueda costearse sus propias vacaciones, o podremos suponer que es muy ahorrador y ese sueldo pretende se le vaya limpio a sus cuentas bancarias mientras él utiliza los impuestos de los mexicanos para vacacionar.
Lo más triste podría resultarnos el hecho de saber que el señor Felipe Calderón es sólo uno de nuestros muchos gobernantes y políticos que acostumbran tales actos. No todos salen al descubierto, o si es el político correcto quizá tenga la protección de algún medio de comunicación que no haga mucho caso de estas noticias.
Pero es posible asegurar que prácticamente a diario, hay algún senador, diputado o gobernador que hace uso de las arcas públicas para divertirse o beneficiarse; llámese una comida, una costosísima botella de Coñac, unas vacaciones, un negocio privado y turbio… Mientras tanto, todos nosotros, ¡a chambearle que hay cuentas que pagar!
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