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El neoliberalismo contra los trabajadores
Adolfo Orive
La reforma laboral redactada por los tecnócratas y que apoyan desde el Congreso de la Unión los políticos al servicio del neoliberalismo, constituye el ataque más grande que ha sufrido el pueblo mexicano desde la reforma al artículo 27 constitucional de 1992.
La
reforma tiene por objetivo principal abaratar los costos salariales y
precarizar la fuerza de trabajo —para que la economía “crezca”— mediante
la subcontratación, contratos a prueba, contratos por capacitación y
por hora sin la posibilidad de que el trabajador acumule derechos. El
abaratamiento del ingreso de los trabajadores, en consecuencia el de sus
familias, reducirá su poder adquisitivo y, por lo tanto, la capacidad
de compra del mercado interno.
El fin inevitable de este panorama es la
quiebra de las micro y pequeñas empresas, modalidades ambas que
contratan al mayor número de trabajadores en México. Entonces, el
resultado será, en los próximos años, más desempleo, más subempleo, más
empleo informal y, lo peor de todo, más jóvenes cooptados por el crimen
organizado.
En
el mundo en desarrollo, la manera de aumentar la tasa de crecimiento de
una economía es al contrario de lo propuesto por la reforma; es decir,
incrementando la productividad, y ésta se eleva mejorando la capacidad
tecnológica y organizativa de las empresas, no abaratando los costos
salariales. El Estado debe participar, con una banca de desarrollo y
políticas sectoriales estratégicamente dirigidas, para promover la
adquisición, por las micro y pequeñas empresas, de equipo de un mayor
nivel tecnológico, así como para transformar la forma individual de
enfrentar la competitividad por estas empresas a una organización enclusters o
cadenas de valor jaladas por medianas y grandes empresas.
También
deberá capacitar no solamente a los trabajadores, sino a los micro y
pequeños empresarios en todo aquello que les permita incrementar su
productividad. De esta forma aumentarán sus ganancias los emprendedores y
también los trabajadores. Y se echará a andar un círculo virtuoso de
crecimiento del mercado interno, de la economía y de la generación de
empleo. La competitividad se deberá lograr incrementando la
productividad, no abatiendo el salario de los trabajadores.
En
la Cámara de Diputados el voto de la izquierda se diferenció,
desgraciadamente, entre los que piensan que las luchas se dan en
términos de todo o nada y los que pensamos que en una correlación de
fuerzas desfavorable, lo conveniente para la mayoría de la gente —en
este caso para la mayoría de los trabajadores—, es luchar por reformas
que reduzcan el efecto tan nocivo de la iniciativa presentada por Felipe Calderón.
En este sentido, Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo, además
de firmar junto con el PRD y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT),
todo un proyecto alternativo de reforma laboral, presentamos dos
paquetes de reformas centrados en: 1) ponerle candados a la legalización
de las formas de contratación como eloutsourcing, la
contratación a prueba, la contratación por hora y la limitación de los
salarios caídos a un año; y 2) poner todo un capítulo sobre
productividad basado en los factores mencionados en el párrafo anterior.
Es
preocupante que ante las posiciones de todo o nada, los integrante de
la izquierda no fuimos capaces de exponer en los debates de la Cámara de
Diputados nuestro proyecto alternativo de reforma laboral; y la
comunicación que la opinión pública está recibiendo ahora está
totalmente desviada a un tema que la iniciativa de Calderón usó
para legitimarse —el de la democracia sindical—, mientras que lo más
importante no se está debatiendo. Enfatizo: el artículo relativo al voto
libre y secreto en los sindicatos es la fachada de la reforma laboral
para legitimarse y desviar la discusión acerca del duro golpe asestado a
los trabajadores mediante la legalización de las nuevas formas de
contratación.
Ante
una embestida neoliberal es necesario defender las formas de
organización colectiva para evitar la atomización de la clase
trabajadora. Cabe destacar que los trabajadores sindicalizados son los
menos mal pagados. En la economía contemporánea el mayor poder está en
manos de grandes corporaciones capitalistas; un poder tan influyente que
el gobierno está, de hecho, en sus manos. Para que el Estado tenga
cierta autonomía es fundamental que existan contrapesos al poder de las
grandes corporaciones capitalistas y este contrapeso sólo puede venir de
grandes corporaciones sindicales que defiendan —realmente— las
capacidades, los derechos y la participación activa de los trabajadores.
Sólo
con este equilibrio de poderes una economía puede basar su crecimiento
en el aumento de la productividad y no en el abatimiento del nivel de
vida de los trabajadores. Respecto a la democratización sindical, me
refiero, fundamentalmente, a procesos emprendidos de abajo hacia arriba.
Durante más de 20 años luché directamente, junto a miles de compañeros,
por democratizar desde las bases la vida sindical en: Altos Hornos de
México, Aceros Planos, Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas,
Nacozari, Teléfonos de México, en la cuenca carbonífera y en la sección 7
del magisterio; es por ello que, con base en esa experiencia —no desde
un escritorio, tomando café— puedo asegurar que la democracia sindical
se logra, sobre todo, mediante la lucha, organización y concientización
de los trabajadores.
2012-10-07 01:30:00
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