Y enseñó los calzones
Ni los agasajos de Navidad… ni las vacaciones en Acapulco donde
afirman se le vio a bordo del yate producto de la corrupción en
CFE… ni las piñatas tricolores –Moreira, Eugenio, Ulises, Fidel,
Marín, Aguilar, Nati, Ney, Deras– que dicen se prepara para
romper en los próximos días, pues para él la fiesta jamás
termina… ¡nada consuela a Felipe Calderón de la derrota
michoacana!
No es para menos. Se trata de su solar natal.
De su hermana.
De la ominosa jettatura: ningún Calderón, ni el padre como tampoco
los hijos, han podido ganar una sola elección en la vida. Es como
si las urnas y, claro, los votantes los repelieran. Sus encargos, pues,
siempre les han sido regalados. Ya diputados de partido,
legisladores plurinominales o, de plano, “haiga sido como haiga sido”.
Y por tal es que está desconsolado. Enojado, también, como casi siempre.
Tal lo que le ha llevado a equipararse al cantante Justin Bieber y a
miles de jóvenes y no tan jóvenes que, a partir de la entronización
del hip hop, andan por ahí enseñando los calzones.
Porque eso hizo apenas el ocupante de Los Pinos: enseñó los calzones.
Mostró impúdico su capacidad –ésta sí exitosa– de manipulación
de los órganos electorales.
Paradójicamente, por unos calzones: los del pugilista Juan Manuel
Márquez, quien en su controversial encuentro con el filipino Manny
Pacquiao, lucía sobre ellos un logotipo del PRI, justo cuando en
Michoacán privaba una de esas ilógicas vedas propagandísticas,
pues al día siguiente se celebrarían comicios.
Esa fue la principal argucia –que no argumento– empleada por
dos de tres magistrados de la sala regional toluqueña del cada
vez menos prestigiado Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación para anular los recientes comicios celebrados en Morelia.
Que el logotipo del PRI sobre unos calzones había dado el
triunfo al candidato de ese partido a la alcaldía de Morelia, Wilfrido
Lázaro Medina, por sobre el panista –previamente desplazado por la
hermana de Felipe Calderón de la candidatura a la gubernatura–
Marko Cortés.
Una argucia, sí, porque con argumentos se confirmó el triunfo
del priísta.
Primero, con un recuento de sufragios –exigido por la señora
Calderón blandiendo el grito de los lópezobradoristas:
“voto por voto; casilla por casilla”–, en el que los resultados
no sólo ratificaron la supremacía electoral de Wilfrido
Lázaro, incluso ampliaron su ventaja sobre Marko Cortés.
¿Qué piensan de ello los morelianos?
¿Permitirán que se piense que unos calzones de boxeador
los encandilaron?
¿Son acaso débiles mentales tan así de manipulables?
Claro que no. Se trata, claro, de una verdadera patraña con la que,
otra vez, se pone de manifiesto lo fácil que es manipular
–¿garrote o zanahoria?– a los magistrados del Tribunal Electoral,
cualquiera que sea la sala en la que fallen. Sí, en la que fallen.
Lo peor es que los calzones del ocupante de Los Pinos también
quedan al descubierto cuando la anulación de las elecciones
morelianas bien podrá ser utilizada cual antecedente, digamos,
para las elecciones federales a celebrarse dentro de seis meses.
Imagine usted, por ejemplo, que con toda oportunidad se
anuncia que, también en Las Vegas o tal vez en Nueva York o en
Los Ángeles un determinado cantante –de esos a quienes persigue
el fisco federal– va a brindar un concierto justo el sábado 30 de junio,
justo la víspera de la jornada electoral.
Y que ese cantante o esa cantatriz aparecen en la televisión,
por la que se transmite en vivo y en directo el referido recital,
con una corbata tricolor o un atuendo amarillo con negro.
¿Se imagina usted?
Calderón sería capaz de mandar a los sumisos magistrados
del Tribunal Electoral a anular los comicios en los que el
PAN hubiese resultado derrotado.
Una ventaja es saberlo desde ahora. Una ventaja de que
Calderón haya enseñado los calzones ¿a destiempo?
Índice Flamígero: Este 2012 tiene un día más que el 2011.
Es año bisiesto. Mucha salud, mucha prosperidad y sobre
todo mucha felicidad desde aquí le deseo.
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