Sicilia vs AMLO: neozapatismo, izquierda parlamentaria y otros malentendidos (1)
Etiquetas: Javier Sicilia, Juan Pablo II, Mesianismo, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Subcomandante Marcos, Teologia de la liberacion, Zapatismo
El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad pretendió en 2011 visibilizar a las víctimas de la violencia en México. A través del sufrimiento y la catarsis, el poeta Javier Sicilia ha construido un discurso donde estados, partidos, mafias y política institucional constituyen el engaño mayor que la comunidad debe vencer.Descifrar el proyecto filosófico de Sicilia y su encuadre en el laberinto mexicano permite comprender su eterno enfrentamiento con las izquierdas parlamentarias de origen marxista y su complejo engarce con las elites neoliberales y los movimientos alternativos. Esta es una guía par entender a este mesiánico antimesiánico.
Neozapatismo, catarsis & Sicilia
Sicilia besa a un militante zapatista durante la Caravana al Sur
(Foto laprensa.com.ni)
Sucedió en San Cristobal de las Casas, durante los tres días de encuentro y celebración del EZLN, cuando sus comunidades de base y sus intelectuales orgánicos conmemoran la batalla de Ocosingo, el primero y el último combate entre el ejército mexicano y el EZLN, que dio inicio el 1 de enero de 1994 al fenómeno más mediático del último siglo XX: la guerrilla del subcomandante Marcos. Entre amigos de causa, habló Sicilia para decir lo que siempre ha dicho. Un discurso reiterativo y coherente:
“La verdad es que quien gane no podrá gobernar en las condiciones en las que se encuentra el país, en un estado de guerra como ya lo hemos definido, con zonas del país absolutamente balcanizadas y cooptadas por el crimen organizado, con zonas donde ni siquiera hay Estado porque el Estado se volvió el crimen organizado”.
La falsa esperanza en la política seria Guerrero, gobernada por el PRD, “donde tenemos dos desaparecidos del movimiento y es gravísimo lo que estamos viviendo”. Entre sus amigos, Sicilia reiteró que el país está balcanizado y el gobierno no lo ve, porque cuando ellos llegan, nada más llegan a buscar votos, no a conocer la realidad mientras que su movimiento “recorrió el país con profundidad, no en busca de votos”; conoció a las familias a quienes dieron apoyo y consuelo y vió la radiografía del dolor
“No llegamos a tirar discursos demagógicos o retóricos para ganar votos, derivado de ello tenemos una mirada más fina del país”.
Desde que irrumpiera en la escena nacional este abril del 2011, las conjeturas sobre el sentido, orientación y finalidad de su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad han estado a la orden del día. Desde el primer día, grupos opuestos a la militarización del país reclamaron al poeta por olvidar la bandera inicial que proclamara en el Zócalo capitalino en mayo del 2011: vuelta del ejército a los cuarteles y dimisón del secretario de seguridad pública Genaro Garcia Luna.
El famoso beso de la paz entre Javier Sicilia y el jefe de los senadores priistas, Manlio Fabio Beltrones (Foto: globalmedia.mx)
Una expresión popular que perdió rápidamente su carácter de confrontación para bifurcase en dos caravanas, al norte y al sur, y varios encuentros al más alto nivel con legisladores, el presidente y su gabinete así como una discutida participación en el proyecto de #reformapoliticaya cuyos cambios al proceso electoral y parlamentario tuvieron escaso eco popular. Pese a su omnipresente perfil público, la fuerza del movimiento se diluyó en el otoño-invierno del 2011 con escasa asistencia a las convocatorias de Sicilia y un mayor intervención del poeta católico en el ágora política preelectoral.
Interpretando al poeta del dolor
¿Que fue por tanto el movimiento encabezado por Siclia y cual fue su objetivo? Lo define, con certeza, Juan Carlos Canales, en un largo ensayo publicado en e-noticias:
Gracias a ello, gracias al reconocimiento del dolor, es que también, el movimiento encabezado por Sicilia, incorpora, cada vez más, sectores sociales, tradicionalmente excluidos o marginados del debate político y le otorga al mismo tiempo, la posibilidad de introducir valores derivados del mundo religioso ¿No acaso, temas como el perdón, la memoria, la confesión, entendida como reconocimiento de la responsabilidad sobre un acto, de origen eminentemente religioso y particularmente aquéllos provenientes de las religiones del Libro, se cuelan a la sociedad moderna para constituir piezas claves de la vida política? Tras el asesinato de su hijo, Sicilia, sin pretenderlo, se ofrece como el espejo en que nos empezamos a mirar cada vez más mexicanos, porque si algo nos identifica, hoy día, además de los agravios económicos y políticos, y la desconfianza en la clase política, es la experiencia de una vida cada vez más amenazada, más herida.
Por ese motivo, la revista Time lo incluyó en el anónimo reconocimiento del manifestante como personaje del año 2011 y por ello también su figura ha conseguido salir de los circuitos del pensamiento cristiano donde sobrevivió discretamente por varios años. Javier Sicilia sufrió la muerte en carne propia y desde la primavera del 2011 quiso hacer “del dolor el principal articulador y eje del movimiento”. Pero este principio se basa en unas ideas que confrontan, superan y eliminan las categorias tradicionales del discurso ideológico en México.
El legado de la reacción católica
Sicilia es un rara avis. Pese a ciertos retratos ad hoc, Sicilia proviene de una tradición católica enfrentada al matrimonio del marxismo y la iglesia popular que derivó en la llamada teología de la liberación. Como describe un amigo suyo, el escritor Vicente Leñero su pensamiento a principios de los ochenta era lo más cercano a un integrismo católico:Sicilia la emprendió conmigo sin pelos en la lengua. Le irritaba mi novela, por supuesto, e impugnaba su trasfondo inspirado en la teología de la liberación, como si yo fuera el ideólogo responsable de esa corriente. Aludía con fiereza a las fallas de los liberacionistas por dejar de lado la espiritualidad cristiana, y los vapuleaba: a mí y a ellos. Tan enojado se puso con mis respuestas titubeantes —yo no era un teólogo capaz de responderle— que suspendió las preguntas de repente. Se levantóde golpe y se largó de la oficina, trinando.Aunque luego se hicieran grandes amigos, Sicilia se formó en la lucha que varias corrientes católicas libraban contra el espectro del catocomunismo que desde la llegada del papa Juan Pablo II se convirtió en la principal prioridad del Vaticano en América latina.
Ivan Illich, el pensador que cambió al integrista Sicilia
Fue a partir de los noventa, y sobre las ruinas de la Unión Soviética, que aquel impulsivo reaccionario asumió un discurso que terminó vinculándolo al neozapatismo. Así lo relata el mismo Leñero:
Sicilia ya no fue entonces el joven iracundo de los años ochenta. Su amistad cercanísima con Iván Illich, su fecunda labor como poeta y novelista, sus artículos en pro de la justicia social —en concordancia con la teología de la liberación—, su empeño por fundar y sostener revistas ideológicas —Ixtus y Conspiratio—, su encarnizada fe que vive al cien por ciento y contagia y edifica, lo llevó —tras el asesinato de su hijo Juan— a volcarse en esa tarea profética y justiciera, doliente y cariñosa, que hoy ha sorprendido al país.
Pero este compromiso con matices progresistas no convirtió a Sicilia en peón, alfil o rey de un proyecto vinculado a movimientos sociales de largo recorrido ni a la izquierda que optó dede los restos del comunismo por la vía parlamentaria del PRD. Su contundencia es total a la hora de separar sus ideas de este complejo magma histórico. Así le preguntaba un irritado periodista de Milenio, Juan Pablo Becerra-Acosta este pasado septiembre en plena Caravana al Sur. Y así le contestaba Sicilia:
—¿Se está radicalizando el movimiento con esos grupos?
—Estamos hablando con todos, a nadie se la va impedir hablar y decir sus consignas. Ahora, qué podemos esperar: los grupos radicales expresan sus cosas muy trasnochadamente. Hay cierta parte de la izquierda que no evolucionó. Se quedó anclada en discursos muy viejos. Ellos están rebasados por la realidad del país y de la propia gente, con esquemas y lenguajes viejos y anquilosados. Se expresan con lo que pueden, pues.
—¿Avalan las posiciones y expresiones radicales de ellos?
—Podremos cuestionar los lenguajes, las maneras, pero las causas no. Debajo de las causas de esta izquierda radicalizada, enojada y visceral hay causas justas, hay agravios.
—¿Ya perdieron el control de la tribuna, del movimiento, con los organizadores locales?
—Para nada, para nada. Esas organizaciones son parte de su sociedad y los tenemos que aceptar porque existen y tienen agravios que hay que escuchar y denunciar.
Estos son algunas pinceladas que definen al poeta. Pero estas mismas pinceladas corroboran una idea de México y el mundo opuesta a (casi) todos los programas de izquierda existentes en América Latina. Desde el desarrollismo brasileño al chavismo venezolano o al castrismo cubano, la cosmovisión de Javier Sicilia sigue siendo la del mismo joven iracundo que fustigaba el maridaje entre la fe y el marxismo a principios de 1980.
Sicilia marchando con Julian Le Baron (Foto: zacatecasonline.com.mx)
Y es también por esa razón que los comentarios, apostillas y sermones del fundador de Conspiratio muestran tonalidades más ácidas e hirientes cuando se abalanza sobre discursos, programas y candidatos de centro-izquierda que pudieran, como en 2006, despertar pasiones populares. Contra los falsos Mesías que buscan el poder, un sutil entendimiento guía las obsesiones de Enrique Krauze, el subcomandante Marcos y el propio Siclia, cuyos textos contra AMLO son longevos y abundantes. El último en provocar ampollas fue un ataque en toda la regla a la república amorosa de López Obrador publicado en Proceso el 22 de diciembre del 2011:
Sin embargo, dada la emergencia nacional, sin el mínimo suelo para articular un gramo de ética pública, ¿es posible pensar que AMLO puede acercar al país a esa república moral? Lo dudo. AMLO no sólo piensa de manera confusa y tardía –hasta hace unos meses su discurso era el del enfrentamiento–, sino también abstracta y, en consecuencia, ajena a la realidad del país. La fractura de las élites, de la que él mismo es parte, es tan extrema que no sólo ha generado una incapacidad en las mismas élites para construir una estrategia que acote la corrupción y el crimen, sino también para acordar una agenda común y un mapa de ruta que logre reducir drásticamente la violencia. Sin esto no hay manera de articular la más mínima de las repúblicas.
Pleitos, polémicas y frondas que han tenido en las páginas de Facebook, y en blogs asociados, numerosas réplicas. Ejemplo de ello es esta pequeña entrada de Erich Moncada:
Hemos perfilado, en pocas líneas, los fundamentos de Javier Sicilia. Llega el momento de observar como su visión topa inevitablemente con cualquier proyecto político que pretenda llegar al poder. Desde su complejo anarquismo cristiano, Javier Sicilia es un declarado enemigo de la idea que la conquista del estado es la clave para transformar la sociedad. Y por esta misma razón AMLO es el ejemplo de todo aquello que el poeta considera nocivo para la catarsis que busca mediante su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
http://pulsociudadano.com/2012/01/sicilia-vs-amlo-neozapatismo-izquierda-parlamentaria-y-viejas-rencillas-1/
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