Calderón, protegido por un fuero maléfico
Queda claro que la docena de pesadilla que significaron dos gobiernos federales emanados del PAN, debe terminar ya
En cualquier otro país medianamente democrático, el informe presentado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) habría provocado la caída inmediata del gobierno, y desde luego la penalización de los principales responsables de tan graves daños al erario público.Aquí sin embargo no ocurre así, por la impunidad que existe en los altos círculos del poder, que ha permitido que a lo largo de la historia se cometan toda clase de crímenes contra la nación. Con todo, son de tal magnitud los latrocinios cometidos por el “gobierno” de Felipe Calderón, que no hay justificación alguna para que no se ejerza acción penal, pues no hacerlo tendría consecuencias muy dramáticas en la de por sí grave descomposición de la vida institucional del país.
Por lo pronto, el inquilino de Los Pinos está obligado a demostrar que las irregularidades (como llama la ASF a las corruptelas detectadas) no están bien fundamentadas. Y presentar las pruebas que avalen sus argumentos, con la celeridad que se exigiría a cualquier ciudadano u organización social. Es impensable que nada ocurra después que la Auditoría Superior hizo señalamientos puntuales del mal uso de recursos públicos, con enormes daños a la economía nacional, en un momento en que la urgencia de crecimiento sostenido y sustentable es vital para el futuro de los mexicanos.
Esta mal llamada “administración” federal actuó con una obvia disposición prevaricadora, como lo detalla el informe en cuestión. Sería más grave aún que nada ocurriera, por la inercia histórica de dejar que el olvido se encargue de “solucionar” el problema. De ahí la necesidad imperiosa de Calderón de que el PAN continúe al frente del Ejecutivo federal, finalidad que perseguirá a toda costa, poniendo en mayor riesgo la gobernabilidad y la estabilidad del país.
Por lo pronto, la abanderada del partido blanquiazul, Josefina Vázquez Mota, estará obligada, cuando sea el momento, a responder a las acusaciones que pesan sobre el “gobierno” de Calderón, pues tratar de minimizarlas o evadirlas sería una demostración de complicidad.
Como buen fariseo (en términos cristianos), Calderón ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Así como arroja palabras flamígeras contra los “malos”, que son siempre los delincuentes comunes, encubre sus propios crímenes bajo el manto de que pertenece a los “buenos”. Sin embargo, ante la gravedad de las irregularidades (como llama la ASF a los latrocinios hallados), tal forma maniquea de ver la realidad queda descalificada. En lo sucesivo, aunque gastara todavía más miles de millones de pesos en propaganda mentirosa, será cada vez más difícil seguir engañando a la ciudadanía con la hipócrita postura de que se encuentra junto a los “buenos”.
Por lo pronto, sigue contando con la complicidad que se puede pagar con los cuantiosos recursos que tiene a la mano, como se advierte en la cobertura que sigue teniendo en los medios, sobre todo los electrónicos. Pero como esto no será suficiente, ya que al paso de los días necesitará de mayores apoyos, la elite del clero católico aprovecha el momento para cobrar muy caro el apoyo que puede brindarle, como lo evidencia el decálogo recientemente emitido por el Arzobispado de México, en el que toma partido por el PAN, sin decirlo abiertamente, e invita a la feligresía a no votar por los partidos que no están de acuerdo con sus convicciones feudales y oscurantistas, o sea el movimiento democrático.
Que Calderón se siente protegido por un fuero maléfico (sería impropio decir que divino), lo demuestra la desfachatez con que sigue actuando, sin un asomo de autocrítica, que en este momento sería lo indicado. Lo grave de esta situación es que dejará a la institución presidencial en una posición de rehén de los intereses más deleznables, situación que obligará a quien lo suceda en el cargo a desplegar enormes esfuerzos para librarse de ellos. Obviamente, con Josefina Vázquez Mota no habría ese problema, sino otros mucho más graves para el país, al profundizarse la corrupción existente y la complicidad con esos mismos intereses espurios que anhelan mantenerse en el poder.
Queda claro que la docena de pesadilla que significaron dos gobiernos federales emanados del PAN, debe terminar ya. Calderón rebasó todos los límites imaginables de falta de probidad, sensatez y cordura en el mando de las instituciones nacionales. La señora Vázquez Mota quedaría entrampada por la obligada complicidad con quien la hizo llegar a la candidatura, pues tal relación simbiótica es conveniente para ambos. Así deben comprenderlo quienes tienen grandes responsabilidades de todo tipo en la sociedad nacional, sobre todo la oligarquía. Es absurdo pretender que sigan teniendo beneficios cuando las instituciones están entrampadas, cubiertas de lodo y sin posibilidad de modificar esta costosísima situación.
Esta mal llamada “administración” federal actuó con una obvia disposición prevaricadora, como lo detalla el informe en cuestión. Sería más grave aún que nada ocurriera, por la inercia histórica de dejar que el olvido se encargue de “solucionar” el problema. De ahí la necesidad imperiosa de Calderón de que el PAN continúe al frente del Ejecutivo federal, finalidad que perseguirá a toda costa, poniendo en mayor riesgo la gobernabilidad y la estabilidad del país.
Por lo pronto, la abanderada del partido blanquiazul, Josefina Vázquez Mota, estará obligada, cuando sea el momento, a responder a las acusaciones que pesan sobre el “gobierno” de Calderón, pues tratar de minimizarlas o evadirlas sería una demostración de complicidad.
Como buen fariseo (en términos cristianos), Calderón ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Así como arroja palabras flamígeras contra los “malos”, que son siempre los delincuentes comunes, encubre sus propios crímenes bajo el manto de que pertenece a los “buenos”. Sin embargo, ante la gravedad de las irregularidades (como llama la ASF a los latrocinios hallados), tal forma maniquea de ver la realidad queda descalificada. En lo sucesivo, aunque gastara todavía más miles de millones de pesos en propaganda mentirosa, será cada vez más difícil seguir engañando a la ciudadanía con la hipócrita postura de que se encuentra junto a los “buenos”.
Por lo pronto, sigue contando con la complicidad que se puede pagar con los cuantiosos recursos que tiene a la mano, como se advierte en la cobertura que sigue teniendo en los medios, sobre todo los electrónicos. Pero como esto no será suficiente, ya que al paso de los días necesitará de mayores apoyos, la elite del clero católico aprovecha el momento para cobrar muy caro el apoyo que puede brindarle, como lo evidencia el decálogo recientemente emitido por el Arzobispado de México, en el que toma partido por el PAN, sin decirlo abiertamente, e invita a la feligresía a no votar por los partidos que no están de acuerdo con sus convicciones feudales y oscurantistas, o sea el movimiento democrático.
Que Calderón se siente protegido por un fuero maléfico (sería impropio decir que divino), lo demuestra la desfachatez con que sigue actuando, sin un asomo de autocrítica, que en este momento sería lo indicado. Lo grave de esta situación es que dejará a la institución presidencial en una posición de rehén de los intereses más deleznables, situación que obligará a quien lo suceda en el cargo a desplegar enormes esfuerzos para librarse de ellos. Obviamente, con Josefina Vázquez Mota no habría ese problema, sino otros mucho más graves para el país, al profundizarse la corrupción existente y la complicidad con esos mismos intereses espurios que anhelan mantenerse en el poder.
Queda claro que la docena de pesadilla que significaron dos gobiernos federales emanados del PAN, debe terminar ya. Calderón rebasó todos los límites imaginables de falta de probidad, sensatez y cordura en el mando de las instituciones nacionales. La señora Vázquez Mota quedaría entrampada por la obligada complicidad con quien la hizo llegar a la candidatura, pues tal relación simbiótica es conveniente para ambos. Así deben comprenderlo quienes tienen grandes responsabilidades de todo tipo en la sociedad nacional, sobre todo la oligarquía. Es absurdo pretender que sigan teniendo beneficios cuando las instituciones están entrampadas, cubiertas de lodo y sin posibilidad de modificar esta costosísima situación.
Guillermo Fabela Quiñones - Opinión EMET
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