Ser de Izquierda
by Guillermo Dorantes Yedra on Monday, April 2, 2012 at 9:24pm ·
Es fundamental insistir en la necesidad impostergable de empoderar ciudadanos que construyan poderes populares.
Adolfo Orive
Desde hace más de dos siglos, derecha e izquierda no significan sólo distintas ideologías, también programas contrapuestos respecto a la solución de muchos problemas de la sociedad; por lo tanto expresan intereses, valores y acciones políticas muy diferentes. Es obvio que la izquierda de hoy debe ser diferente a la de ayer, porque la realidad ha cambiado, pero como a la izquierda de antaño, no se nos quita la profunda insatisfacción, dolor y coraje frente a las terribles inequidades de las sociedades contemporáneas. En esto seguimos estando marcados por los mismos ideales de Morelos y de Lázaro Cárdenas; estamos más cerca de Zapata y de Mújica que de Madero y Venustiano Carranza.
Las burguesías liberales inglesa del Siglo XVII y estadunidense del XVIII eran de izquierda al luchar por la equidad contra el Estado absoluto y a favor de la independencia de su país, respectivamente. Sin embargo, ellas y sus representantes políticos, ideológicos y teóricos se volvieron de derecha a partir de la coyuntura histórica en la que les importó más la defensa de sus propias libertades que la búsqueda de la equidad de todos los demás, para que todos los demás también pudieran ejercer sus respectivas libertades.
La búsqueda constante de la equidad parte de la convicción de que las desigualdades más lacerantes son sociales, económicas, culturales y por lo tanto políticas; como tales, son eliminables.
Con el propósito de que las inmensas mayorías —y no sólo el “Uno por Ciento”— tengan la capacidad de ejercer sus respectivas libertades, las izquierdas tenemos como principio fundamental la búsqueda de la equidad. Es por ello que favorecemos las políticas que tienden a convertir en más iguales a los desiguales. Ya lo escribió Norberto Bobbio: “se privilegia favorecer lo público por razones igualitarias, aunque se sea consciente que se restringe la libertad de elección en la esfera privada, que es intrínsecamente desigual”.La libertad y la igualdad no son simétricas: la primera es un atributo de cada individuo, mientras que la segunda indica una relación entre dos o muchas más personas. El liberalismo es la doctrina en la que la connotación positiva recae en el término libertad, y por eso la relación entre el liberalismo y la democracia se torna tan difícil en estos momentos históricos. En principio, la democracia debería favorecer al “99 por Ciento” —pobres, jóvenes sin empleo y sin posibilidad de estudiar, trabajadores, campesinos, clases medias, micro y pequeños empresarios, “los indignados”—, sin embargo, en los hechos actuales favorece al “Uno por Ciento”. El Estado mínimo —expresión esencial del liberalismo— no es capaz de dar respuesta a los problemas de la sociedad, sino que se dedica a resolver fundamentalmente los problemas del “Uno por Ciento”.
Por ejemplo, el estancamiento de la economía mexicana en estos últimos
30 años ha tenido como consecuencia, entre otros descalabros, el que 58 millones de mexicanos padezcan pobreza de ingresos, como lo señaló en días pasados la Universidad Iberoamericana de Puebla. Dicho estancamiento y la voracidad de los banqueros —integrantes del “Uno por Ciento”— obligan a las micro, pequeñas y medianas empresas a pagar tasas de interés dos veces superiores a las que pagan las empresas grandes y medianas, como afirmaron la CEPAL y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Estas instituciones señalaron también que la política macroeconómica neoliberal de los gobiernos federales del PRI y del PAN, desde los 80, no ha inducido una evolución positiva del comportamiento del crédito empresarial.
Los funcionarios neoliberales, como el secretario de Economía del gobierno federal, Bruno Ferrari, y el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, se comportan en las arenas internacionales como verdaderos portavoces de los intereses de las grandes empresas transnacionales y de los gobiernos de los países desarrollados. El primero señaló que en la Cumbre del G-20 a celebrarse en junio, el Presidente de México hablará de la alternativa irrenunciable del libre comercio que tienen los países. Por su parte, el ex secretario de Hacienda se manifestó a favor de las reformas propuestas por los candidatos Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, quienes buscan desmantelar el monopolio energético en manos de Pemex y así beneficiar a la iniciativa privada mexicana e internacional.
No sé cuánto más sufrimiento tiene que padecer el pueblo mexicano para salir a las calles en demanda de la transformación de la realidad económica, social y política que impera en el país desde hace tres décadas.
El presidente del IFE —Leonardo Valdés Zurita— recalcó hace tres días que nuestro país tiene dos retos en materia democrática: la desigualdad y el déficit de ciudadanía. Esos dos retos están estrechamente relacionados. Es fundamental insistir en la necesidad impostergable de empoderar ciudadanos que construyan poderes populares, verdaderos contrapesos que permitan a millones de mexicanos equilibrar la correlación de fuerzas respecto al “Uno por ciento” y comenzar a mejorar sistemáticamente sus condiciones de vida. Emprender, en suma, una verdadera transformación social.2012-04-01 00:00:00
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