Jenaro Villamil
MEXICO, D.F., 27 de abril (apro).- En 1987 los hermanos  Coen filmaron una ácida comedia sobre los extremos en la sociedad  norteamericana. Era una fábula de la situación conservadora que dejó la  ola reaganista. En esta película, una exmujer policía y un ladrón  rehabilitado se casan. Ante la imposibilidad de tener hijos, deciden  raptar a uno de los quintillizos de un magnate local llamado Nathan  Arizona.
         La cinta fue muy mal recibida por los críticos  “políticamente correctos”, pero como buena parte de la obra de los Coen  constituyó un retrato de la ignorancia y de las locuras extremistas que  predominan en amplios segmentos de la sociedad norteamericana.
         Algo similar está ocurriendo con la ley SB1070, promulgada  el pasado 23 de abril por la gobernadora Jan Brewer, apoyada solamente  por los grupos ultraconservadores y racistas de su entidad. La ley viola  abiertamente la cuarta enmienda de la Constitución de Estados Unidos  que prohíbe los registros y las detenciones arbitrarias. Su única  justificación es acabar con la “inmigración ilegal”, lo cual resulta no  sólo hipócrita, sino demagógico, en una nación cuya economía depende de  manera fundamental de la presencia de más de 12 millones de mexicanos  “sin papeles”, pero trabajadores.
          La promulgación de la ley está logrando el efecto inverso  de lo que pretendía atacar. Según la gobernadora, “esto es una crisis  que nosotros no creamos y que el gobierno se ha negado a resolver”, en  clara referencia a las demandas de la derecha estadunidense para  criminalizar la inmigración.         
           El presidente Barack Obama se ha resistido a realizar una  reforma restrictiva, pero ahora puede encontrar el consenso nacional e  internacional necesario para empujar una auténtica reforma integral que  discuta el gran fantasma del Tea Party estadunidense: la  amnistía general para los indocumentados.
            “Arizona es el Alabama de los hispanos”, afirmó Antonio  González, líder latino, en claro paralelismo con las protestas de la  comunidad afroamericana que encabezó las movilizaciones por la defensa  de los derechos civiles en 1960. A partir de entonces, la población  afroamericana asumió una dignidad y un activismo que explican, en buena  medida, la llegada de Obama a la Casa Blanca.
           Ahora, las comunidades mexicanas, ilegales y documentadas,  se están uniendo para enfrentar lo que puede convertirse en la peor  derrota para la derecha norteamericana.
           Arizona es la entidad con el mayor índice de crecimiento  demográfico en Estados Unidos y, paradójicamente, es también el último  estado que se convirtió en parte de la Unión Americana, el 14 de febrero  de 1912, después de más de medio siglo de haberse anexado tras la  invasión norteamericana a México y la firma de los Tratados Guadalupe  Hidalgo.
         A pesar de su condición de “estado joven”, la población de  Arizona se cuadruplicó entre 1950 y 1980. Actualmente tiene más de 7  millones de habitantes, de los cuales, el 30 por ciento son de origen  latino o hispano y de éste universo, 21 por ciento es de origen  mexicano.
           Arizona tiene la mayor tasa de crecimiento demográfico  --7.6 por ciento-- de todo Estados Unidos. Y la explicación es muy  clara: la presencia de los mexicanos y de sus familias ha dinamizado la  economía de un estado que dependió durante décadas de la minería y ahora  se ha convertido en un polo industrial y también turístico.
          ¿Cómo pretenden frenar esta tendencia los kukuxklanes del  nuevo milenio en Estados Unidos? Con leyes absurdas y grupos  paramilitares de “cazadores de migrantes” que reviven lo peor del  extremismo norteamericano.
          Los analistas han señalado que las próximas elecciones  estatales de noviembre alentaron que se aprobara esta ley restrictiva de  los derechos civiles y violatoria de la cuarta enmienda de la  Constitución de Estados Unidos que prohíbe los registros y las  detenciones arbitrarias.
          La derrota en la opinión pública nacional e internacional  es la sanción más clara en contra de esta ley. Hasta la Organización de  Estados Americanos, un elefante blanco que se caracteriza por su  extremada cautela, calificó como “racista” e “inaceptable” de esta ley.
          Si pretendían expulsar a los mexicanos de Arizona, la  entidad donde los navajos y apaches enfrentaron durante varias décadas  del siglo XIX a los colonizadores racistas, ahora los Wasp se  enfrentarán a un gigante de color moreno que pretenden invisibilizar.
 
 
 
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