¿Qué le espiaron a Calderón y Peña? ¿Su corrupción? ¿Sus complicidades?
Los
estadunidenses espían a todo mundo. El espionaje es una práctica muy
antigua. Y no es de extrañar que los centros de inteligencia de
Washington hayan tenido en la mira a Calderón y a Peña para saber
qué traman contra sus enemigos y qué piensan de las relaciones, no
entre los estadunidenses y mexicanos en general, sino entre los
gobiernos de allá y acá. Espían a los multimillonarios nativos, a los
narcotraficantes, a los banqueros. Los gringos quieren tenernos vigilados. Y con la compra de informantes infiltrados entre diputados, senadores, desgobernadores,
jueces y el mismísimo presidente, y los métodos más sofisticados de la
tecnología, se enteran de cuanto hacen los que política y económicamente
dominan al país. También espían a los intelectuales y a los
periodistas. Es parte del espionaje tradicional para saber hasta de las
visitas a los sanitarios de Peña, Calderón, Slim, Azcárraga… Y lo que
dicen Videgaray, Aspe y Salinas.
A Calderón lo único que le espiaron
fueron sus borracheras sabatinas con la música de acompañamiento de Max
Cortázar en la batería para amenazar, pues proporcionó a los
estadunidenses toda la información que quisieron, con la Agencia
Antidrogas estadunidense (DEA, por su sigla en inglés) metida hasta la cocina
de Los Pinos. Al grado que le concedieron asilo cuando huyó al término
de su sangriento sexenio. ¿En verdad espiaron a Peña? Cuando fue público
y sabido que vaciaba millones de pesos (¿verdad, David López?) a
Televisa para que López-Dóriga lo entrevistara con cualquier pretexto
para que los telespectadores lo vieran. ¿Qué le espiaron a Peña? ¿Qué el
actual embajador peñista en Washington es su compadre, porque le
bautizó a un hijo que tiene fuera de matrimonio?
Calderón desgobernó al país y empujó
una guerra costosísima y sangrienta, con más de 100 mil homicidios,
porque soldados, policías, marinos y las delincuencias agredieron a los
mexicanos que nada tenían que ver con el narcotráfico. Y que no logró
reducir los delitos que han generado una pavorosa inseguridad. Peña nada
tiene que le espíen, salvo, si como es cierto y sabido, que privatizará
Petróleos Mexicanos (con todo y su director Lozoya Austin). El
expresidente y el que está en funciones, nada ocultan. Pues lo que es un
secreto de inmediato lo hacen saber a Washington, al que sirven en
contra de los intereses mexicanos.
¿Qué le espiaron a Calderón? ¿Sus
borracheras? ¿Su fallida guerra que terminó por corromper más a las
Fuerzas Armadas y a las policías? ¿Que hizo tan mal gobierno que terminó
desprestigiando al Partido Acción Nacional para, con Fox, permitir el
regreso del Partido Revolucionario Institucional? Y ¿qué le espiaron a
Peña y le siguen espiando?, si los estadunidenses, de propia voz de
Peña, están enterados de que Aspe y Salinas son sus asesores, que está
por hacer cambios en su gabinete o que va a nombrar a un jefe de
gobierno de facto para poner orden en Chuayffet, Osorio Chong,
Videgaray, Meade, Miranda Nava y someter a su tío Montiel para que
devuelva a los hijos de su exesposa que secuestró. Nada hay que
espiarles. A Calderón lo tienen a tiro de pichón en su Hard-bar; y basta con que Obama le pregunte a Peña por teléfono lo que quiera saber.
*Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario