Acuerdo nacional de los tres sectores
El pueblo de México demanda la creación de instituciones que le permitan emprender procesos de crecimiento a todos los niveles.
Adolfo OriveEl pasado 1 de septiembre, los integrantes del Congreso de la Unión recibimos el Sexto Informe de Gobierno del titular del Ejecutivo. En la glosa del mismo, un servidor fijó el posicionamiento del grupo parlamentario del Partido del Trabajo en materia de economía. En el documento de la Presidencia, los asuntos de política económica aparecen en el apartado Economía Competitiva y Generadora de Empleo. La primera —la competitividad de la economía— no mejoró, y la segunda —generación de empleo— empeoró.
Las cifras que encontramos son producto de trucos y mentiras que intentan enmascarar la terrible situación del país y la forma en que se ha abandonado a millones de mexicanos. Revisemos.
No obstante la presunción en materia de infraestructura para el desarrollo, el Índice de Competitividad Global coloca a México en el lugar 73 de 142 países en cuanto a la calidad de infraestructura y en el lugar 83 en la calidad de oferta de energía eléctrica.
Respecto a la supuesta generación de empleo, presentan una tasa de desempleo abierto de sólo 4.85 por ciento. Se trata de un truco estadístico puesto que en ese rubro se debe sumar la tasa de desempleo abierto, la de subocupación, la de condiciones críticas de ocupación y la de ocupación en el sector informal. La suma de estos factores arroja que la tasa es de 54.76 por ciento. Estamos hablando de 26 millones 524 mil 518 mexicanos mayores de 14 años a los que el autollamado Presidente del empleo no cumplió.
Otro apartado señala que el poder adquisitivo del salario mínimo tuvo un crecimiento acumulado del orden de 2.23 por ciento. Mentira. El Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM nos informa que en 2006 el costo de la canasta alimenticia recomendable era 66 por ciento superior al salario mínimo y en 2010 se elevó a 169 por ciento. Es decir, se requieren dos y dos tercios de salario mínimo para comprar una canasta alimenticia recomendable. Prueba del fracaso del modelo neoliberal es que en 1982 un salario mínimo podía comprar casi 51 kilos de tortilla y en 2012 sólo alcanza para poco más de cinco kilos. En 1982 un salario mínimo compraba casi 12 kilos de frijol bayo; en 2012 sólo alcanza para poco más de dos kilos.
Por ésta y otras condiciones de emergencia nacional, los legisladores de izquierda electos en los pasados comicios federales decidimos conformar el Frente Legislativo Progresista a fin de, entre otras cosas, dejar de ser reactivos y asumir un rol proactivo, toda vez que somos la segunda fuerza político-electoral del país, lo que nos demanda construir, impulsar e implementar una agenda con verdaderas soluciones para la mayoría de los mexicanos.
Esta mayoría requiere una nueva economía.
Transformar el capitalismo neoliberal, en el cual el bienestar del pueblo depende de los mercados —conducidos por los grandes capitales y banqueros especuladores—, en un capitalismo dirigido por un Estado desarrollador que empodere las capacidades productivas de los emprendedores y de los trabajadores mexicanos; un Estado conducido por políticos conscientes, que identifiquen y ponderen el interés general, la inclusión y lleven a cabo acciones encaminadas a disminuir sistemáticamente las desigualdades; un Estado que no sea conducido por tecnócratas. Cito al ex presidente español, Felipe González: “Meter a un tecnócrata a conducir la política económica de un gobierno, es como meter a un coyote a cuidar el gallinero”.
Desde el Congreso de la Unión proponemos un acuerdo nacional del sector público, el sector privado y el sector social que emprenda, desde el centro y desde la izquierda, la construcción —como si fuera un pacto permanente— de la nueva economía. No se trata de volver al estatismo; es fundamental promover la reactivación económica del mercado interno y el pleno empleo en forma sostenida, mediante el concurso coordinado de los tres sectores. La reforma laboral de Calderón, de aprobarse, no hará más que cavar más hondo el hoyo en el que estamos. El acuerdo nacional habrá de trazar objetivos a corto, mediano y largo plazo para crecer a tasas superiores al seis por ciento anual. Además, elaborar matrices de compromiso que den seguimiento periódico a lo acordado.
Insisto: el pueblo de México demanda la creación de instituciones que le permitan emprender procesos de crecimiento a todos los niveles. Necesitamos celebrar acuerdos y pactos que hagan valer el voto que la ciudadanía otorgó a la izquierda y, como señala en su artículo el doctorJosé Fernández Santillán (El Universal, 7 de septiembre): “En México es hora de que la izquierda democrática adopte una actitud constructiva. Le entre al quite para equilibrar la balanza en la correlación de fuerzas en la política nacional… impulsar una agenda que deje atrás el neoliberalismo”.
Incluso diputados del partido mayoritario han externado que es indispensable construir acuerdos que propicien el crecimiento económico. Exhorto a los legisladores de centro, sobre todo a aquellos que recuerden el significado de ser nacionalista revolucionario, a que las palabras sean, esta vez, el antecedente inmediato de las acciones. Ya le ha hecho mucho daño a los mexicanos la negociación cortoplacista y mercantil de la política.
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