El admirable mas no siempre optimista Julio Hernández
El individuo puede descreer todo lo que quiera y abrazar lo que desee, aun la muerte. Mejor, la muerte a mano propia. El suicidio, cuando consciente, es una válida expresión de afirmación antes que una cobardía. Lebiadkin, el personaje de Dostoievski en Los demonios, se da un tiro para confirmar que o bien dios no existe o él mismo se asemeja a dios pues puede disponer de su vida a placer.
Sófocles, en Edipo en Colono, le hace decir al viejo ciego de la mano de su hija-hermana Antígona: “Todo está bien”. No importaba ya que por condición del destino, del oráculo, hubiere sufrido tanto infortunio al ser el asesino de su padre, el esposo amante de su madre y el hermano de sus hijos. Arrancados los ojos a mano propia como terrible auto flagelo, expulsado como maldito de todos los pueblos, camina hacia el final con la entereza del hombre que ha experimentado en carne propia la tragedia humana de vivir. Aquí aún hay cierta luz.
Cuando se ha atravesado por la intrincada dificultad de vivir –vida que nunca debió ser, de acuerdo al sabio Sileno invocado por Midas y citado por Nietzsche-, al individuo le está permitida casi cualquier opción. No obstante, si la persona tiene una posición ascendente o de efecto sobre el arte o la sociedad y está en condición de exponer masivamente su percepción al respecto, ¿tiene el derecho de dejar sin aliento y sin luz a quienes están bajo su ámbito de influencia? En el arte no hay duda, la libertad debiera ser absoluta, pero ¿en lo social, en lo político?
El inteligente, hábil y aun gracioso periodista Julio Hernández de La Jornada, entra en esta categoría de persona influyente que aunque con la libertad de establecer cualquier crítica -lo cual hace extraordinariamente bien y significa una suerte de oasis frente a los practicantes del supuesto periodismo objetivo que no es más que un subterfugio nada inocente-, me parece que también carga con la responsabilidad de quienes le leen, que son muchos..................sigue
http://www.sdpnoticias.com/columnas/2012/09/12/el-admirable-mas-no-siempre-optimista-julio-hernandez
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