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Vivo en un país donde el poder promueve el linchamiento de sus maestros públicos. Vivo en un país que dejó de ser república para ser colonia. Vivo en un país cuyos dirigentes sueñan matar a sus súbditos.
Que lo digan otros. En tono académico:
“Las reformas constitucionales y legislativas han sido antecedidas por
un entorno discursivo y mediático que tiende a promover una profunda
desconfianza y estigmatización de la escuela pública y sus maestros. Han
expresado un profundo menosprecio hacia los maestros de educación
básica y los normalistas. Han hecho pensar que una evaluación que no
sirve para correr a los maestros, no vale la pena”.
Alberto Arnaut. Investigador del Colegio de México.
Alberto Arnaut. Investigador del Colegio de México.
"Anarquismo" de sexenio
Desvirtuar protestas
Contra las marchas
Responsabilidad de Mancera
Julio Hernández López / Astillero
De inmediato fue puesto en escena el subsecuente episodio del montaje titulado Los espontáneos anarquistas y las protestas tan nefastas. Aún
no se recogían por completo los restos en el campo de batalla ni se
precisaban las presuntas responsabilidades políticas y judiciales del
caso, cuando PAN y PRI ya estaban plantados con sus propuestas de
regular marchas y manifestaciones públicas (¿incluirán las de corte
religioso, en especial las peregrinaciones organizadas por la Iglesia
católica, acaso las guadalupanas?), en un evidente acompasamiento
bipartidista deseoso de facilitar un mayor castigo a las expresiones
destempladas (o no) de protesta masiva. Así, en esa continuidad de la
programación de temporada (con la marquesina principal anunciando la
obra cumbre: Las reformas que yo soñé, adjudicada al compilador
mexiquense E.P. Nieto) se dio el primer enfrentamiento en el Senado,
entre el bando granadero cuatricolor (verde, blanco y azul, y rojo) y la
resistencia infiltrada, a cargo del PRD, principalmente.
Contundente cual cachiporra ha sido el proceso de instalación de una
presunta irritación ciudadana extrema que propiciaría la toma de medidas
proporcionalmente fuertes contra la plaga violenta de las protestas.
Concordancias mediáticas sin posibilidad de disimulo, que centran los
incidentes del 2 de octubre en las condenables agresiones a los cuerpos
policiacos, pero dejan de lado la escalada reductiva de derechos y
libertades, en especial el uso de policías de civil para detenciones y
golpizas, y la permisividad más que significativa de las autoridades
capitalina y federal respecto a los grupos impunes de presuntos
anarquistas, que desde el inaugural 1º de diciembre del año pasado se
han convertido en instrumento de provocación y distorsión en marchas de
protesta y han acabado sirviendo a los propósitos del peñismo regente y
sus satélites aliados, como el jefe del Gobierno del Distrito Federal,
Miguel Ángel Mancera.
La estampa de la violencia bajo etiqueta de anarquismo hizo su aparición rotunda el día en que tomó el poder Enrique Peña Nieto. En muchas ocasiones anteriores se habían conocido sus métodos de acción directa (por ejemplo, los aniversarios del 2 de octubre, pasados rutinariamente por el historial de los grupos vandálicos agresores y los policías resistiendo hasta el extremo), pero nunca habían ocupado un papel tan relevante en la definición de procesos políticos, como ha venido sucediendo a partir de que Manuel Mondragón y Kalb usó a las policías capitalina (de la que acababa de dejar el mando formal) y federal (a la que había pasado a dirigir) para enfrentar la explosiva protesta contra Peña Nieto en San Lázaro y, luego, en un Centro Histórico donde se desató una violencia (tan gráficamente predispuesta para la condena mediática de arranque de sexenio) que marcó el fin del movimiento del #YoSoy132, al adjuntar intencionalmente la imagen de la violencia irracional e impune de esos anarquistas a la del levantamiento juvenil que había impugnado a Peña Nieto y su matriz, Televisa, con especial enjundia y con una amplitud geográfica destacable.
Las acusaciones de que la violencia en actos públicos de protesta ha
sido sembrada desde ámbitos de poder tiene pleno sustento y no se queda
en especulaciones o interpretaciones. Diversas tomas fotográficas y de
video han dado cuenta de la presencia de grupos de personas vestidas de
civil que realizaron detenciones y golpearon a manifestantes al mejor
estilo de los Halcones históricos, además de testimonios de
golpes e incluso tortura a detenidos. También se tienen constancias del
transporte, incluso en camiones pintados de color verde olivo, de
hombres con apariencia militar o policiaca.
En el programado retroceso político que se vive desde el 1º de diciembre
del año pasado y que tuvo una expresión más este 2 de octubre tiene una
responsabilidad política e histórica el actual jefe del gobierno
capitalino, Miguel Ángel Mancera, llegado al cargo por la vía del PRD
(como consecuencia de los arreglos de cúpula derivados de la definición
de la candidatura presidencial), apoyado por segmentos del panismo
capitalino y ahora abiertamente emparentado con el priísmo peñista.
Comprometido con la administración federal en el esquema de los
cambalaches al estilo Pacto por México (esperando un apoyo presupuestal
que le están regateando, y la reforma política que sería su principal
legado), Mancera está transformando negativamente el rostro progresista
del Distrito Federal, recortando avances cívicos y permitiendo
confusiones y división entre el electorado de izquierda, que así estará
en condiciones de perder supremacía en las elecciones intermedias
venideras y, sobre todo, a la hora del relevo en la jefatura de gobierno
que el peñismo desea como joya de su corona restaurada.
En tanto, el PAN se alista para dar a conocer este domingo su plan de
oposición a los rubros fiscales peñistas que lesionan a las clases
medias (colegiaturas, pero, sobre todo, el IVA inmobiliario), justo el
día en que López Obrador definirá el plan de resistencia civil pacífica
contra la reforma energética y la subida de impuestos. El tripartidismo
pactista, por su parte, avanza en la concertación de una reforma
electoral a conveniencia de esas élites.
Y, mientras hoy, a las 11 horas, el jurista y político Jaime Cárdenas
Gracia y el autor de la presente columna parlanchina (el término no ha
de aplicarse solamente a lo hablado, sino también a lo destapado: RAE:
Que habla mucho y sin oportunidad, o que dice lo que debía callar)
abordan el tema de La crisis de la restauración del PRI, en el auditorio
Ho Chi Minh de la Facultad de Economía de la UNAM, ¡feliz fin de semana
(pueden acompañarlo con la lectura de La primavera del mal, una
novela del chilango F.G. Haghenbeck con profundo sustento histórico,
sobre el negocio gubernamentalmente tolerado del narcotráfico en México,
de 1930 a 1950, con el asomo de personajes reales, como Manuel Ávila
Camacho y Miguel Alemán Valdés, y entrañables figuras de ficción, como
Carmela del Toro)!
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