Chuayffet no es ingenuo… Es perverso del cártel de Atlacomulco
Sabemos que el sillón y el escritorio que
utilizó José Vasconcelos –cuando atinadamente Álvaro Obregón lo nombró
secretario de Educación Pública– le quedan exageradamente grandes a
Emilio Chuayffet, pero éste se regodea y anda presumiendo que tales
muebles lo “inspiran” para –con su modito fracasado de hablar
como si estuviera en un concurso de oratoria– empujar la contrarreforma
laboral –que no educativa– del peñismo, del Fondo Monetario
Internacional, del Banco Mundial, de la Organización para la Cooperación
y Desarrollo Económicos y del neoliberalismo salido del proyecto
educativo de la dictadura de Augusto Pinochet, que hoy están combatiendo
los estudiantes y maestros chilenos.
Exfumador empedernido y comelón de chocolates, habla hasta por sus rechonchos codos.
En el sexenio zedillista fue efímero secretario de Gobernación y
maniobró para la sucesión presidencial. Pero Zedillo se deshizo de él y
lo envió a la madriguera del cártel de Atlacomulco: el grupo depredador creado por Isidro Fabela, continuado por los Hank, los Arturo Montiel, los
Chuayffet y que ahora presiden como jefes natos Enrique Peña y César
Camacho, para con mil chapuzas –Soriana, Monex y la complicidad del
Instituto Federal Electoral y del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación– asaltar la Presidencia de la República.
Anda suelto Chuayffet ordenando la represión de los maestros que se oponen a esa contrarreforma; y ya enseñó los dientes
el perverso reverso de Vasconcelos al decir que esa contrarreforma
permite adelantar el retiro voluntario para la jubilación. No sabe cómo
deshacerse de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y
de los profesores que ya desertaron del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación al darse cuenta que les quieren imponer el proyecto Pinochet
para desplazar la educación pública, laica y gratuita hacia la
educación privada, de altas colegiaturas, con impuestos y religiosa. Se
hace el ingenuo, pero es un perverso capaz de todo por, otra vez y con
más seguridad, conquistar la sucesión peñista, pues presume de su
ascendencia con su discípulo Peña.
Fue utilizado como kamikaze para
someter a la también perversa Elba Esther Gordillo (ambos se tenían
envidia y la vieja rivalidad favoreció a Chuayffet), y con esa ventaja
se ha mantenido con el encargo para imponer a como dé lugar la
contrarreforma, tras la suspendida vigencia de la legislación y hacer
que sea la cuerda al cuello de los maestros. Ya nadie da la cara
por esa dizque reforma educativa y Chuayffet, asido a la amenazante
divisa de su alumno Peña de que “no hay marcha atrás”, insiste en
ejecutarla, lo cual está en chino y por eso es que Miguel Ángel Osorio Chong se hace bolas negociándola.
Pero Chuayffet anda como loquito
tratando de ejecutar la contrarreforma. Se trata de imponer el proyecto
del dictador Pinochet y la derecha chilena para iniciar el
desmantelamiento de la educación pública en los términos del Artículo 3
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y completar
el plan del neoliberalismo. Chuayffet es proclive a una dictadura y él
asumiría los costos, pues es un golpeador de periodistas que lo
critican, como fue mi caso cuando él miraba desde su balcón la golpiza
que me propinaron porque en las páginas de La Jornada yo lo criticaba por su autoritarismo y perversidades políticas.
*Periodista
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